Se quedó sin procesionar. La Virgen del Buen Fin y Nazaret de la cofradía de las Batallas, que aúna otras tres tallas que salen el Lunes Santo: el Cristo de las Batallas (1953), el Cristo del Refugio (1780) y María Santísima de los Dolores (siglo XVIII), apenas pudo ayer hacer acto de presencia en la ciudad monumental cacereña. Solo abandonó la Concatedral de Santa María para enfilar el Palacio Episcopal que se encuentra justo enfrente. De esta manera, al menos, los más devotos pudieron ver a su Virgen por unos momentos fuera del templo, donde permanece resguardada el resto del año.

Tras unos minutos de incertidumbre a causa del chirimiri que caía, la hermandad decidió suspender la procesión ante la posibilidad de precipitaciones más fuertes. Tenía algunas alternativas preparadas y un plástico para cubrir la talla, pero al final se optó por no exponer la imagen. Una decisión que se temían tanto los cofrades como los cacereños y turistas que aguardaban a la intemperie. "Voy siempre a ver todos los pasos. El recorrido habitual de la Virgen de las Batallas es muy bonito y es una pena que la suspendan", comentó ayer Marcelina, una cacereña a la que le gusta ver los pasos sola y que no faltará al Encuentro, la procesión de hoy por la mañana.

Músicos de la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno de Trujillo, así como miembros de la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo del Humilladero de la capital cacereña, tampoco pudieron evitar las lágrimas. Para Jorge "es una pena que no salga con la cantidad de gente que hay esperando pero si se va a estropear la talla lo veo lógico", apuntó este otro cacereño que se acercó con su familia a la Concatedral de Santa María. Igual que Penélope, una devota casi de nacimiento. Desde los tres años forma parte de alguna hermandad; tiene 21. "Para todos los hermanos y cofrades que llevan todo el año esperando este momento es una lástima. Demasiada mala suerte. Estoy disgustada pero qué se le va hacer. Mañana aquí estaremos para ver el Encuentro".

ORACION Dentro del templo se llevó a cabo una oración conjunta, antes de que la Virgen del Buen Fin y Nazaret saliera escoltada por más de un centenar de nazarenos y cofrades, vestidos con túnica roja, cíngulo amarillo, capa blanca con el emblema de la cofradía y capuchón y guantes blancos, quienes la acompañaron en un recorrido express esta vez. Habitualmente, la talla desfila durante algo más de dos horas y media por la parte antigua, desde la Concatedral de Santa María hasta el Palacio Episcopal, pasando por el Arco de la Estrella, los adarves, Puerta de Mérida, Santa Clara, plaza de la Soledad, Pizarro, Sergio Sánchez, plaza de San Juan, Gran Vía y plaza Mayor.

La Virgen del Buen Fin y Nazaret cumplió el año pasado 25 años; se le compró un traje nuevo y se añadieron las escaleras al paso. Ayer, los angelitos dormidos que la acompañan, simbolizando la espera de la resurrección, la protegieron de las pocas gotas que le cayeron encima y rezaron sus mejores plegarias para que el año que viene el final a doce meses de espera resulte bien diferente.