Pocas personas deciden sentarse en una mesa unas horas al día y exponer su dinero para intentar ganar algo más. Borja Muñoz y Lorenzo Gianninoni aseguran que ese gesto puede cambiarte la vida. Y lo ratifican en su libro Cómo cambiar de vida en noventa días (2016, Editorial Deusto). Giannoni desglosa para este diario el volumen que presenta como una garantía para saber sobre los mercados financieros y una alternativa para los que quieran explorar nuevas vías laborales.

--¿Cómo es posible que el trading te haga más libre?

--La crisis que hemos tenido no solo es económica, sino de valores, de control, de cómo la gente ha sido convencida de que tenía que tener una vida. El trabajo es el centro de todo, los salarios bajan y no van a volver a los niveles de antes. Esta crisis ha permitido que las empresas hayan podido desprenderse de mucha gente. Por tanto, la gente tiene que encontrar una manera alternativa de ganarse la vida. Lo bueno del trading es que no tiene horarios, no ocupa muchas horas al día y permite desarrollarse en otros ámbitos y otras disciplinas.

--Hablando en plata, hacer trading es especular, poner en riesgo los capitales para ganar más dinero, ¿la sociedad en la que vivimos asume riesgos?

--No. La gente no está preparada para el riesgo, se ha acostumbrado a que le digan lo que tiene que hacer y quieren todo ya hecho y preparado. Cuanto menos arriesgamos, más lo arriesgamos todo, perdemos la vida por el camino. La vida pasa, te jubilas y todo ha pasado bajo el control de otros. El problema es que pintan las bolsas como si fuera un videojuego, pero bien hecho, no tiene que entrañar ningún riesgo. Lo que hay que hacer es arriesgar capital de manera controlada.

--¿Y más que a perder dinero, la gente tiene miedo a sentir que ha fracasado?

--El fracaso es una posibilidad y además constante. El problema que tiene la gente es el miedo a no encontrar trabajo. Nosotros como traders nos acostumbramos a microfracasos cada día que nos prepara para la siguiente operación. El trader vive en una incertidumbre constante. El verdadero error es personalizar ese fracaso. Tenemos que acostumbrarnos a intentarlo otra vez, otra vez, sin pensar qué dirán los demás.

--En uno de los capítulos abordáis la relación entre mente y cuerpo, ¿hasta que punto es necesario ese equilibrio?

--Mucho. Ser trader es una filosofía de vida. Te vuelves el bicho raro. Necesitas aprender a estar solo, necesitas tener amor propio para cuidar tu mente y emocionalmente estar bien contigo mismo y rodearte de las personas positivas. Un entorno positivo, una mente en forma y cuerpo en forma te ayudan a controlar la gestión de las operaciones y a operar mejor.

--Curiosamente lanzan una advertencia: ¡Ojo con las redes sociales!

--Sí, ojo. En las redes sociales hay mucho ego, mucha competición más allá de la cuestión económica. En las redes sociales nadie pierde, todo el mundo gana. Es un nido de frustración. Tienes que ser capaz de filtrar la información de las redes sociales. Queremos complacer a los demás cuando no sirve de nada. Si aprendemos a no tener que impresionar al vecino, todo irá mejor. El único con el que tiene que competir uno es consigo mismo.

--¿Ser trader es nadar a contracorriente?

--Puede ser. Eso sí, el especulador en la vida moderna es visto como alguien malo cuando en realidad no lo es. En muchos casos los especuladores son necesarios, son una contrapartida en los momentos de necesidad. El especulador está mal visto, trabajar una hora al día está mal visto también. Somos los bichos raros. Muchos lo entienden y otros no, pero tampoco es necesario que lo entiendan.