La Unión Europea ha autorizado a los estados miembros productores a desarrollar normas de comercialización para regular la oferta de aceite de oliva. La decisión, tomada a finales de junio, permitirá incorporar en la OCM de los productos agrarios un nuevo artículo, el 167 bis —el 167 se ocupa del sector del vino—, con medidas destinadas a mejorar y estabilizar el funcionamiento del mercado oleícola. Entre otros aspectos, hará posible el almacenamiento de determinadas categorías de aceite de oliva con el fin de atajar la crisis de precios que sufre este sector. Establecer estas medidas obligatorias de regulación de la oferta es un objetivo perseguido por los productores desde hace largo tiempo y que podría ser una realidad a partir de la próxima campaña, que arrancará este otoño, según ha apuntado esta misma semana el ministro de Agricultura, Luis Planas.

Cooperativas Agro-alimentarias de España también ha remitido hace unos días a la Comisión Europea su propuesta de autorregulación del sector del aceite de oliva, cuyo objetivo es igualmente paliar situaciones críticas de mercado como la actual a través de un mecanismo de almacenamiento voluntario. De acuerdo a sus cálculos, de haberse puesto en marcha esta campaña les hubiera permitido inmovilizar hasta 400.000 toneladas de aceite.

La depreciación en origen tan fuerte que viene arrastrando el aceite de oliva hizo retroceder, ya en 2018, un 2,7% la facturación general de las cooperativas agroalimentarias españolas en comparación con 2017, absorbiendo el incremento de ventas que sí habían registrado el vino, la alimentación animal y el lácteo.

«Del decálogo que ha hecho el ministerio con diez posibles soluciones para el sector del olivar, para mí esta es la más rápida y la más efectiva», resalta José Pino, director de la Cooperativa La Unidad, de Monterrubio de la Serena, en relación a la aplicación del artículo 167 bis. Si se quiere superar la depresión de precios que ha atravesado el sector en las dos últimas campañas, asevera, «ya no queda otra opción». Además, Pino valora especialmente que la medida podrá incluirse en el reglamento de transición de la próxima PAC «y así son dos años los que ganamos, porque la redacción definitiva de la OCM no va a estar hasta el 2022».

La idea es que a partir del aceite disponible (existencias previas, producción nacional e importaciones) y del consumo, tanto interno como externo, se estime cuál es la cantidad de producto ‘sobrante’ que es conveniente retirar para que no repercuta a la baja en los precios. «Esta cantidad todo el mundo la sacaría obligatoriamente en proporción a lo que tiene. Si al año siguiente no hay cosecha, se volvería a introducir ese aceite en el mercado. De lo contrario, habría que ver qué se hace», puntualiza Pino.

Para Antonio Prieto, secretario de Ganadería y Olivar de UPA-UCE Extremadura, el mecanismo de retirada, «como tal es adecuado y apropiado», pero aun así, precisa, «la especulación» que actualmente existe en este sector dificulta que tenga impacto en los precios, como ha sucedido con las intervenciones que en esta misma línea se han realizado a nivel europeo. «Desde los años ochenta y noventa, cuando se ponen en marcha estas retiradas, en el momento en el que se hacían, automáticamente los precios subían siempre. Sin embargo, ahora solo hay una semana que parece que va a cambiar la tendencia pero luego sigue estando igual. Se ha hecho este año en varias ocasiones y no ha funcionado o lo ha hecho muy poco».

En este punto, recuerda que durante toda esta campaña el precio del aceite ha estado «en torno a una media de dos euros, cuando las propias estadísticas del ministerio te marcan entre 2,6 y 2,7 de costes para producir un kilo»

Sobre las retiradas de carácter voluntario, afirma que deberían tener un incentivo económico. «Si al final no hay una ayuda pública que te compense tener ese producto en un almacén seis meses, no lo va a hacer nadie».

Prieto hace hincapié en que esta próxima campaña la previsión es que haya «menos producción, no solo en España, sino a nivel mundial». Aparte, añade, «hay un aumento claro de las exportaciones y también es mayor el consumo interior, pero nada de eso incentiva los precios. Si va a haber menos aceite y se vende más fuera, ¿por qué no suben? Aquí hay mucha especulación, no cabe duda», remarca.

El oleólogo Alfonso Montaño, por su parte, pone en mayor medida el foco en la comercialización. «El principal problema que afronta el sector del aceite de oliva está en el consumo. Hay que favorecerlo y establecer medidas de promoción a nivel nacional e internacional que lo incentiven», sostiene. Coincide en que también las últimas medidas de control «que ha tomado la UE no han ayudado en nada al aumento de precios». «La autorregulación, como todo, tiene sus pros y sus contras, pero personalmente creo que lo que se hace es esconder una producción que existe, la de peor calidad, que es la que se va a quitar. Es pan para hoy y hambre para mañana», apostilla.

Previsión para la próxima campaña

La pasada semana, APAG Extremadura Asaja vaticinó que la próxima cosecha de aceitunas puede ser «la peor del actual siglo», tanto para la de aderezo como para la de aceite, según aseguró el presidente de este colectivo, Juan Metidieri.

De acuerdo a las previsiones actuales que maneja esta organización, en la zona de Tierra de Barros y Campiña no hay prácticamente cosecha, de forma que la producción total en Extremadura podría rondar «las 25.000 o 30.000 toneladas de aceite, en el mejor de los casos», menos de la mitad que este año. Una situación que se une a unos «precios ruinosos». Con el aceite asegura Metidieri, «siguen enriqueciéndose los mismos a costa del consumidor y del agricultor».

Antonio Prieto, de UPA-UCE, cree que aún es «muy pronto» para hacer predicciones, pero se decanta por que la campaña será «bastante inferior a la que tuvimos el año pasado siendo esta ya mala, pero no me atrevería a decir cuánto». Es complicado hacer pronósticos entre otras cosas, agrega, «porque mucho del olivar superintensivo está ya dando aceite y no está registrado como tal en la Junta de Extremadura. Y ese no tiene merma ninguna. Es algo que habría que tener controlado».

Para el oleólogo Alfonso Montaño el nivel de producción se moverá posiblemente en niveles similares a los de este año. «Por suerte tenemos más de 63.000 hectáreas de regadío que garantizan un mínimo 800 kilos de aceite por hectárea», arguye. No obstante, matiza, «el rendimiento graso que tenga la aceituna vendrá dado por las condiciones meteorológicas que tengamos a partir de ahora».

«Yo creo que una campaña media, de unos 55 millones de kilos, se garantiza en Extremadura ya con muy poquito», coincide en esta misma línea José Pino. «El olivar extremeño es ya un olivar en el que el superintensivo tiene mucho que decir, cada vez tenemos más agua regando los olivos, que es una de las cuestiones que hace que la cosecha esté garantizada. Estoy convencido de que estaremos por encima de los 50 o los 55 millones de kilos, aunque haya zonas en las que caiga mucho. Todo dependiendo, eso sí, de cómo sea la salida del verano y cómo llegue el otoño», remacha.