El exvicepresidente de la Comisión Europea y expresidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, ha afirmado hoy que Europa sigue siendo un futuro inevitable para España, "a pesar de las dificultades que estamos viviendo".

"La integración europea es una de las operaciones de política internacional más rentable de las realizadas por España y Portugal", ha añadido Marín, que ha participado en el curso "El proceso de integración europea: 30 años de UE en España y Portugal", organizado por la Fundación Academia Europea de Yuste.

A partir de ahí, según ha explicado, "empezamos a vivir en Europa y no nos ha ido mal".

En su intervención, Marín ha destacado que "no ve a España fuera de Europa" y ha abogado por que los españoles "se pongan al frente de la manifestación para preservar lo mejor que tiene Europa, que son sus valores buenos". "Los malos son muy peligrosos", ha dicho.

En este sentido, ha apuntado que se han oído "muchos disparates" a raíz del 'brexit' y como algunos dirigentes con responsabilidades políticas e institucionales mantienen "posiciones facistoides, que son muy peligrosas y que hay que combatir".

Marín ha indicado que los españoles deben tener presente que Europa "es una batalla que merece la pena" y ha advertido de los peligros que se han presentado en ciertos países y que, "afortunadamente, todavía no han saltado en España y Portugal".

Durante su ponencia, Marín ha asegurado que, antes de la integración, Europa representaba para los españoles un sistema de valores "al cual nos teníamos que acoger".

"Entrar era la única puerta que teníamos para modernizarnos, de tal forma que Europa era el futuro inevitable para España", ha agregado.

A su juicio, la integración suponía una operación de anclaje junto al barco europeo "para no moverse de allí y asegurar así la incipiente democracia, responder al anhelo de un pueblo y tener la posibilidad de modernizar y adaptar el aparato productivo español en todos los órdenes".

"En ese momento se produjo algo terriblemente difícil de conseguir en un país como España, y es que se compartió un gran objetivo nacional, donde partidos, sindicatos y patronales dijeron vamos a conseguirlo y la gente se sentía feliz y representada", ha explicado.

Con avance de las negociaciones, según ha incidido, se consiguió algo todavía más difícil: generar un "gran sentimiento de autoestima colectiva y un orgullo legítimo" como país.

No obstante, el proceso de integración tuvo muchos momentos muy difíciles, como el cierre de los altos hornos de laminado en frío, que supuso dos huelgas generales y el divorcio del PSOE con los sindicatos, y la implantación del Impuesto sobre el Valor Añadido.

"Si se tomaron decisiones duras y con tanto sacrificio, y la gente lo aceptaba, era porque había criterio de que era un objetivo nacional", ha concluido.