Vive en Las Vegas, pero no en la capital más famosa por sus casinos del estado de Nevada de los Estados Unidos, aunque podría serlo por su historia. Pero no, de momento reside en la provincia de Cáceres, concretamente en la urbanización que lleva el famoso nombre y que se encuentra a un kilómetro del municipio cacereño de Valencia de Alcántara. Un municipio que si en los últimos meses está siendo protagonista por su paisana la cantante Soraya, estos días se ha convertido en el centro de atención de la mano de Manuel Vicho Bonito, un extremeño que con 60 años y en el paro se ha visto envuelto en un atractivo y goloso mundo de premios, azares y fortunas al que más de uno se apuntaría con los ojos cerrados en estos tiempos de crisis.

De la noche a la mañana, Manuel y su mujer Dolores Calderón, han pasado del anonimato a ser los personajes más buscados por los medios de comunicación tras desvelarse, en unas declaraciones realizadas por ellos mismos al diario El Mundo , que solo en un año, sin moverse del salón de casa y con solo teclear un móvil para enviar varios SMS, han conseguido ganar 500.000 euros en metálico y cinco vehículos de lujo de las mejores marcas del mercado internacional --Porche, Cayenne y BMW-- tras resultar ganadores en distintos concursos telefónicos y de televisión.

No tanto como dicen

A pesar de que así lo hacían público los dos hace unos días, ayer, el propio Manuel aseguraba que sus declaraciones "se han exagerado mucho; yo no he ganado todo eso y no tengo ninguno de los coches que dicen", manifestaba mientras permanecía en el interior de su casa receloso de atender a ningún periodista después de que en las últimas horas haya sido el hombre más reclamado por distintos medios de comunicación interesados en conversar con el extremeño.

Por fin, y después de dejar claro que no posee todos los premios que se le atribuyen, decide abrir las puertas de su residencia a este diario mientras insiste en que toda su vida solo se ha centrado en una cosa: el trabajo. "Llevo desde los 14 años trabajando al máximo; siempre me he dedicado a instalar aisladores acústicos en discotecas y demás locales en Fuenlabrada", explicaba ayer mientras sostenía el cepillo con el que limpiaba la piscina junto a uno de sus cinco hijos en su casa de la urbanización Las Vegas, adonde llegó hace cuatro años tras decir adiós a la capital donde también se dedicó al sector de la construcción, golpeado por la crisis y obligando a Manuel a regresar a sus tierras extremeñas.

Ya adentrándose en la conversación y mientras pasea en los jardines de su casa, que según él ha levantado con sus propias manos, reconoce con cierta timidez que sí ha participado en concursos y sorteos mediante SMS de móviles, pero sus únicos premios han sido 50.000 euros para él y una cantidad similar que también ganó su mujer, todo en el 2008. "De los 50.000 euros cada uno hemos tenido que pagar el 46 por ciento a Hacienda", señala, a la vez que quiso aclarar ciertos comentarios sobre su adicción al móvil. "Yo no soy ningún adicto al móvil, ni a enviar mensajes, ni nada, solo tengo una adición y es al tabaco", declara mientras saca un paquete de cigarrillos del bolsillo del pantalón para fumar.

Quienes también se muestran sorprendidos por la afición de su paisano de enviar SMS a los concursos y sorteos son algunos de los vecinos de la urbanización Las Vegas. "Ha sido una sorpresa, aunque no creo que sea tan sencillo que con un mensaje te toque un premio, me imagino que habrá que enviar muchos mensajes y no todo el mundo tiene tanto dinero para gastarse en mensajes", comentaban algunos vecinos que preferían mantenerse en el anonimato para no crear más revuelo del ya suscitado. "Yo he visto a uno de sus hijos entrar en la urbanización con un Mercedes, pero claro, cómo saber si es de un concurso, si hoy día todo el mundo tiene un buen coche", puntualiza un vecino.

Mientras tanto, Manuel continúa intentando hacer una vida de los más tranquila, junto a su mujer, Dolores, que ayer por la mañana se encontraba en Cáceres, adonde acudió al médico para ser atendida tras torcerse un pie, "después iba a ver a mi hija que vive en Casar de Cáceres", añade Manuel mientras se dirige a coger el cepillo para continuar con la limpieza de la piscina junto a la que se encuentra aparcada una furgoneta antigua, pero ninguno de los coches de lujo. "Esos son premios que han tocado a familiares míos, pero no a mí", insiste mientras que no cesa de sonar el teléfono móvil que lleva en el bolsillo y quién sabe si quizás es para comunicarle algún nuevo premio.