Colas interminables, horas muertas a la espera de que alguien selle un documento y pocas esperanzas de que un currículum dejado para engrosar la bolsa de empleo del Servicio extremeño público de empleo, Sexpe, conduzca a la consecución de un puesto de trabajo. Así ven los parados extremeños este organismo, según una encuesta realizada a pie de calle entre las personas que el viernes se encontraban esperando su turno en la oficina de la capital cacereña.

"Si tuviera que comer del trabajo que me ha salido a través de aquí ya me hubiera muerto de hambre hace mucho tiempo", dice Diego José, un joven trabajador de la construcción que inició su etapa laboral a los 15 años y desde entonces no ha dejado de trabajar de forma intermitente. Dice que en todo este tiempo nunca le han llamado de este organismo para ofrecerle un puesto de trabajo.

A Charo sí lo hicieron pero fue una de esas personas que lo rechazó. Se trataba de un puesto de trabajo en Cáceres en el que tenía que cuidar a una persona mayor y su jornada laboral terminaría a la una de la madrugada. Charo vive en Alcuéscar y tiene dos niños pequeños. Asegura que lleva años inscrita en esta oficina y salvo este puesto, sólo le han avisado para hacer cursillos, que ha realizado. Hecha en falta más agilidad en los trámites y sugiere que algunos de ellos puedan gestionarse a través del teléfono.

Miriam y María, por su parte, se acaban de diplomar en Educación Social y se han acercado al Sexpe para solicitar información porque quieren buscar un empleo en Inglaterra. Dicen que no dejarán en esta oficina su currículum porque no confían en que les vaya a salir una oferta por este camino. Esta confianza es todavía menor en María del Mar que desde los 15 años está inscrita en este organismo, tiene 32. "Te apuntas y ya está, es algo ficticio que vaya a encontrar trabajo a través de este servicio". Ella ha trabajado en más de una ocasión en hostelería pero dice que nunca la han avisado para cubrir uno de esos puestos que están vacantes. "Sólo me avisaron en una ocasión para hacer un cursillo, y eso fue hace ya unos diez años".

Gema, que suele trabajar de dependienta de forma esporádica, coincide plenamente con sus compañeros de espera. La burocracia frena el impulso que se le debe dar a la bolsa de trabajo, dicen.