La profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Extremadura (Uex) y exministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, aboga por colocar a los parlamentos en la "centralidad democrática" para ganar en prestigio y credibilidad política.

Trujillo alerta, durante la conferencia La Centralidad del Parlamento que ha pronunciado hoy en la Cámara extremeña en el marco de los cursos de verano de la Uex, de que el poder ejecutivo a ido "ganando terreno" al legislativo a través de mecanismos como el recurso "constante y creciente" de los decretos leyes.

Destaca la "paulatina reducción" de la importancia de los parlamentos en favor del Ejecutivo, del Gobierno y de su presidente y también del poder judicial y los medios de comunicación, y analiza la transformación de las cámaras.

A su juicio, el monopolio legislativo como principio de representatividad que la teoría clásica otorgaba al Legislativo se "ha resquebrajado" a lo largo de la historia, por lo que ha abogado por colocar en la "centralidad democrática" el lugar donde reside la soberanía popular para ganar en prestigio y credibilidad política.

Durante su intervención recuerda que la democracia representativa exige la existencia de un parlamento que legisle y controle al Ejecutivo, aunque ha destacado que la centralidad de las cámaras es ahora interpretada de manera distinta a lo que recoge la teoría clásica, dado que su papel "está matizado".

Trujillo achaca esta situación a aspectos como el propio ordenamiento constitucional que recoge principios que limitan la actuación de los parlamentos, su sometimiento a la Constitución, la función legislativa de otros órganos y la consolidación de los partidos como instrumentos de participación política.

Para la exministra los cámaras se han convertido en un conjunto de grupos parlamentarios que se rigen por una disciplina interna y ha señalado que ahora es al presidente del Gobierno a quién están subordinados tanto el Ejecutivo, el partido y el grupo parlamentario y, por ende, el Legislativo y el Ejecutivo.

Pese a ello, subraya que la transformación producida en los parlamentos no debería conllevar la práctica desaparición del control parlamentario ni su sumisión al Gobierno porque es precisamente este último pilar el que debe ser controlado por las cámaras.