Está casada con un vecino de Alburquerque de 70 años, con quien comparte un niño que en marzo hará 3. Quienes la conocen aseguran que era cariñosa y educada, que se desvivía por su pequeño y que parecía "muy enamorada" de su marido. Esta es la otra historia de la mujer brasileña de 34 años acusada de asfixiar a su bebé y quemar después su cadáver y encarcelada en Soto del Real a la espera de su extradición a Alemania.

"Estoy deseando que se sepa la verdad, porque para mí es inocente". Quien así habla es Luis Flecha, su marido. Lo cuenta en el salón de su casa, la misma en la que el 21 de diciembre fue detenida su esposa, una vivienda con fachada de piedra situada en un alto del caserío de Benavente, en el término municipal de Alburquerque. Junto a él está el hijo de ambos.

"¿La han juzgado? Todavía no, pero parece que ya es culpable", recrimina Luis cuando este periódico llama a su puerta. "Hay parte de lo que se cuenta que es verdad, pero también hay muchas mentiras", asegura. El es de los pocos que conoce la versión de los hechos por boca de su mujer. Según el relato de ésta, vivía en Alemania con su anterior pareja en una finca aislada. "Estaba en situación irregular, él se despreocupó de ella, solo comía comida de lata y no tenía ni agua". Se quedó embarazada y a los siete meses sufrió "un aborto natural". "Estaba sola, casi se desangró y cuando volvió en sí, el niño estaba muerto".

Luis cree que la "desesperación" y el miedo por no tener la documentación en regla hicieron que ella misma enterrase el cadáver del bebé. "Fue para darle sepultura, no para esconderlo", defiende. Poco después viajó a España con el que era su pareja. Más tarde conoció a Luis y se quedó en estado del hijo de ambos.

Cuando ya vivían juntos en la casa de Benavente, según Luis Flecha, la expareja se presentó en la vivienda para pedirles "3.000 euros porque si no denunciaba el aborto". Ellos se negaron --asegura--, pero no lo denunciaron "porque ella le tenía mucho miedo". Ahora se arrepiente de no haber dado ese paso.

A pesar de la mala relación con su expareja, la mujer accedió a viajar a Alemania para desenterrar el cadáver del bebé "porque él le puso la excusa de que iba a vender la finca", explica su actual pareja. "Entonces aprovechó para hacerle fotografías", según Luis, con la intención de chantajearles. En el viaje de vuelta, en coche, la mujer trajo consigo los restos del feto a España y se deshizo de ellos. Su marido dice que no sabe cómo.

La expareja denunció los hechos y la mujer ya prestó declaración en los juzgados de Badajoz hace tres años. "Y quedó libre", recalca su actual marido. "Desde entonces estábamos esperando a que cualquier día vinieran --dice en referencia a la policía--, pero nunca pensamos que la acusaran de hacer esa barbaridad".

"Ella enterró allí al bebé por desesperación y aunque haya momentos en los que la desesperación nos lleve a hacer cosas que nunca pensamos, yo no creo que mi mujer fuera capaz de eso", cuenta. De hecho, afirma que fue la expareja la que instó a la mujer a abortar "y ella se negó. Si hubiese querido deshacerse del niño lo hubiera hecho antes y no habría esperado a los siete meses", argumenta en defensa de la madre de su hijo.

Luis no entiende que se diga ahora que su mujer estaba siendo buscada por los cuerpos y fuerzas de seguridad desde el 2007 y que vivía escondida. "No se estaba escondiendo, la Guardia Civil ha sabido siempre dónde estaba y tiene permiso de residencia", asevera.

El rostro de Luis, de 70 años, refleja cansancio y no oculta que está viviendo uno de los momentos más duros de su vida. Está pendiente de cada movimiento de su hijo mientras habla y se disculpa varias veces por el desorden. Dedica todo su tiempo al pequeño.

Luis dio clases de Latín --de joven fue seminarista-- y Educación Física en el instituto de Alburquerque antes de que lo asumiera Educación. Después fue bedel hasta su jubilación. Tiene una casa en el pueblo, pero cuando se retiró pasados los 65 años se fue a vivir a su casa de Benavente. Quienes lo conocen lo definen como "una buena persona" y lamentan que se haya convertido, junto a su hijo, en víctima de esta truculenta historia. El, por su parte, se siente apoyado por sus amigos, aunque confiesa que no confía en la justicia y teme que la defensa de su mujer no pueda ser la más adecuada "porque necesita un buen abogado y eso cuesta mucho dinero".

Su mujer es menos conocida en el entorno. Una vez a la semana acompañaba a Luis a Alburquerque o a La Codosera a hacer la compra, pero no se prodigaban en otras ocasiones. Muchos vecinos no recuerdan haberla visto, pero los que sí han tenido trato con ella durante estos tres años se mostraban incrédulos ante lo ocurrido. "Era muy cariñosa y habladora. Cuando llegó casi no hablaba español, pero se esforzaba mucho para que la entendiésemos", recuerda una vecina de Alburquerque. "Nos quedamos de piedra cuando nos enteramos de la noticia y yo no me lo creo. Luis lo tiene que estar pasando fatal y también el niño, que es una preciosidad ", lamenta.

También una de las vecinas de Benavente sigue sin asimilar lo ocurrido. "La conozco muchísimo, he tenido mucha relación con ella. Es una chica encantadora y se sale de lo lógico que pudiera hacer algo así", cuenta mirando al niño y a Luis. Esta vecina será la que se quede a cargo del menor cuando su padre viaje a la cárcel madrileña de Soto del Real hoy para ver a su mujer, que ha sido recluida en ese penal a la espera de que se celebre el juicio en Alemania. Desde que la mujer fue arrestada el 21 de diciembre, su marido no ha mantenido contacto con ella. La intención de Luis es hacer todo lo posible para que la trasladen a la prisión de Badajoz hasta que sea juzgada.

La imagen que tanto su marido como los vecinos del entorno que se han relacionado con ella tienen de esta mujer dista mucho del perfil frío y cruento que revelan las investigaciones del Cuerpo Nacional de Policía, cuyo grupo de Localización de Fugitivos de la Comisaría Judicial la detuvo en Alburquerque en colaboración con funcionarios de Badajoz. Según el Ministerio del Interior, la acusada ahogó al bebé con una sábana y posteriormente lo enterró. Después, para evitar la acción de la justicia, lo desenterró y lo trasladó a España, donde lo quemó para deshacerse de los restos del cadáver.

Tras su detención, fue puesta a disposición del Juzgado Central número 5 de Madrid, que ha iniciado los trámites para que se entregue a la justicia alemana. Para ella se solicita una pena de 15 años de prisión. Mientras, Luis Flecha se aferra al testimonio de su mujer y espera que todo se resuelva "cuanto antes".