Ser extranjero tiene un precio... al menos en lo que se refiere al alquiler. Y es que según de dónde se provenga el precio del alquiler puede variar en gran medida, hasta un 25%.

Así lo comprobó ayer un redactor de este diario, que realizó un triple experimento. Primero respondió a cinco ofertas para alquiler de pisos y no encontró ningún problema. Poco después repitió la operación, pero esta vez a través de un compañero peruano, de nuevo sin que los propietarios pusiesen problemas en ninguno de los casos ni variasen las condiciones iniciales.

A la tercera, problemas

El tercer intento fue el más llamativo. En esta ocasión se trataba de buscar piso para una familia marroquí a punto de llegar a España... aunque no tuvo demasiado éxito.

Casos cerca de lo paranormal. Pisos antes vacantes que ya estaban alquilados y otros que subían de precio como por encanto, revalorizados en apenas unos minutos. Eso sí, nadie rechazó a estos potenciales inquilinos aludiendo a su condición de extranjeros, al menos de forma clara.

Los dueños de las viviendas, ubicadas en Mérida, Cáceres y Plasencia, cambiaron las condiciones del trato como por encanto. Un piso de 400 euros mensuales pasó a costar 500, otro con un mes de fianza pasó a tener dos "porque no quiero tener problemas", un tercero estaba, como por arte de magia, "prácticamente alquilado" y los dos restantes ya estaban ocupados.

Este ejemplo sirve para ilustrar lo que es una realidad, o al menos parte de ella, en el mercado inmobiliario extremeño: que los propietarios de los pisos distinguen entre inmigrantes de primera y de segunda .

Toñi es el nombre supuesto de la trabajadora de una inmobiliaria que prefiere no desvelar su identidad. Según explica, muchos de los dueños de inmuebles dan instrucciones muy claras a la hora de ceder los derechos para el alquiler de sus casas.

Algunos dicen que no quieren inmigrantes "porque creen que no les van a pagar o que les van a destrozar el piso, mientras que otros especifican que únicamente quieren evitar a los marroquís y a los rumanos, "que son los más temidos" por los extremeños.

Pese a todo la situación parece haber mejorado, aunque no lo suficiente, en los últimos años. En noviembre del 2002 EL PERIODICO EXTREMADURA realizaba una encuesta entre 20 agencias inmobiliarias de los principales municipios extremeños. El resultado era escalofriante: el 70% de estas entidades no alquilaban pisos a inmigrantes por orden directa de sus clientes.

Cuatro años y medio después los propietarios hacen algunas distinciones entre los inmigrantes, aunque aún queda mucho camino por andar.