No es la única opción pero sí se está convirtiendo en una forma más de viajar y conocer otros lugares del mundo. El intercambio de viviendas es una modalidad de turismo low cost que nació en Estados Unidos, lleva años implantada en varios países, entre ellos España, y no deja de ganar adeptos. Tampoco en Extremadura, donde a pesar de que el movimiento es minoritario y avanza a un ritmo más lento, no para de crecer. «Los intercambios de extremeños se multiplican cada año, así como el número de casas», señalan desde la plataforma GuesttoGuest, una de las más populares para poner en contacto a los propietarios viajeros.

En esta plataforma hay 120 casas registradas en Extremadura, algunas son segundas residencias pero también primeras. Son viviendas cuyos dueños están dispuestas a cederlas durante unos días o semanas a otras personas que, a su vez, también dejan sus viviendas. Un trueque temporal y sin dinero de por medio.

A estas 120 casas extremeñas se suman otras 30 viviendas que están inscritas en otra plataforma distinta, Home Exchange o IntercambioCasas en su versión española, pionera en esta actividad. En esta, a diferencia de GuesttoGuest, los intercambios tenían que ser exclusivamente recíprocos hasta hace poco, es decir, casa por casa.

OTRA MENTALIDAD / «Todos los años hacemos un par de intercambios, recibimos a gente en nuestra casa y nos alojamos en otras casas, no siempre de manera recíproca. Gracias a ello hemos podido ir a sitios y alojarnos en lugares en los que de otra manera económicamente no hubiéramos podido», cuenta Carlos Blay, cacereño usuario de GuesttoGuest. Junto con su mujer Ruth, llevan más de una decena de experiencias. Ellos dejan su casa, primera residencia, a desconocidos y nunca han tenido ningún problema. «Es un asunto más de mentalidad que otra cosa, teniendo unas mínimas precauciones en lo más íntimo, no hay problema en intercambiar tu casa. De hecho, jamás hemos tenido el más mínimo problema, al revés, siempre ha sido muy agradable, dejan la casa impecable e incluso algún detallito. Al final la gente que viene a tu casa son familias como tú, respetuosas, que solo buscan un sitio para descansar», cuenta Carlos.

Los últimos viajes que han realizado de esta forma han sido a Galicia y a la Toscana (en Italia), y ya tienen cerrado un intercambio para las vacaciones de este verano. Esta Semana Santa es su casa la que está ocupada por una familia de Huesca de visita en Cáceres. «Contactaron con nosotros por la plataforma y teníamos la casa libre estos días, asi que adelante». Carlos, además de la ventaja económica, destaca la fisolofía de esta iniciativa. «Es una forma de economía colaborativa; creo que está bien compartir lo que uno tiene».

Esta es la fórmula por la que también optó Marisa Barrigón cuando se topó con esta nueva forma de viajar y ahorrar. «Oí hablar de esto por primera vez en la película The Holiday, en la que Cameron Díaz y Kate Winslet intercambian sus casas». Marisa vive en Madrid pero es de Cáceres, donde tiene un piso. «Lo tenía en alquiler y cuando se fueron los inquilinos pensé en hacer algo diferente».

LA EXPERIENCIA DE MARISA / Reconoce que al no tratarse de su vivienda principal tuvo menos reparos. «Se trata de meter gente que no conoces en tu casa y es normal que haya dudas al principio». No obstante, el coste que puede tener este servicio (Home Exchange vale 130 euros al año y GuesttoGuest solo cobra un 3% en el caso de que un propietario quiera fijar una fianza) dice que le da garantías: «eso disuade a quien no tenga interés en hacer esto en serio». Ella se apuntó a esta nueva tendencia en 2015 y se estrenó en Malgrat del Mar, en Barcelona. «Era el apartamento de la playa de una pareja de jubilados, tenían mucha experiencia intercambiando y habían visitado de esta forma otros sitios como Dinamarca o Hungría», cuenta.

Tras esa buena primera experiencia, Marisa no ha parado: Algarve, Barcelona, Denver... «En los últimos tres meses lo he usado mucho porque he estado por trabajo en Boston y he aprovechado para conocer la zona. Me he alojado gracias al intercambio de casas en Nueva York, Washington DC, Chicago y cerca de las cataratas del Niágara». De la misma forma, varias familias de Sevilla, Málaga, País Vasco... se han instalado también en el piso cacereño de Marisa. La próxima experiencia será recíproca y en Londres. «Nos escribió un señor inglés interesado en visitar Cáceres y la verdad es que ir a Londres nos pareció un plan estupendo».

Una de las ventajas de usar esta fórmula es el ahorro económico, pero además, «lo mejor es recibir ofertas de sitios que ni siquiera te planteabas, aunque no siempre podemos decir que sí. Hace unos meses me escribió una familia desde Nueva Zelanda, pero tuvimos que rechazar el intercambio, ir tan lejos ahora no cuadraba en nuestros planes. Ahora cada vez que nos planteamos un viaje lo primero que hacemos es mirar cuanta gente intercambia en casa en la zona», apunta.