Desde el 21 de mayo, las mascarillas ya son obligatorias para los mayores de 6 años en todos los espacios públicos cerrados y, si no se puede garantizar la distancia social de dos metros, también en los espacios abiertos. Una medida que pretende reforzar las barreras contra los contagios pero que a su vez levanta una auténtica barrera de comunicación para las personas sordas. Muchas de ellas manejan la lectura labial y se desenvuelven con independencia gracias a esta habilidad. Las mascarillas les anulan por completo su principal vía de comprensión y de diálogo.

Así lo explica la directora gerente de la Federación Extremeña de Asociaciones de Personas Sordas (FEXAS), Leticia Hernández Galán, que es además intérprete de lengua de signos. «Las personas con esta discapacidad --unas 3.500 en la región-- se están encontrando con una barrera de comunicación importante, ya que las mascarillas de uso obligatorio les impiden la lectura labial», indica. Durante el confinamiento y la fase 1 era menos complejo, porque los ciudadanos prácticamente no salían de su domicilio y en esos momentos las alternativas para estas personas eran sobre todo sistemas de videollamadas en lengua de signos mediante la figura del video-intérprete.

«Se estaban salvando los problemas de comunicación, pero desde el inicio de la fase 2, el uso obligatorio de mascarillas supone un obstáculo», subraya la gerente, que en ningún momento pone en duda la conveniencia de esta medida sanitaria.

«Además, todos estamos iniciando el proceso de regreso a la nueva normalidad y muchos servicios vuelven a ser presenciales. De ahí que las personas sordas que comprenden la lectura labial empiecen a encontrar complicaciones cuando van a una farmacia y no pueden entender al farmacéutico, y hasta ahora sí podían hacerlo», relata Leticia Hernández. Algunas vuelven a recurrir por ejemplo a métodos como la escritura.

La solución está en camino. La Clínica Coda de Bilbao ha ideado una mascarilla transparente para ayudar a estas personas a comunicarse, sin tener que levantarla para leer los labios y sin exponerse al contagio. Estarán homologadas por el Ministerio de Sanidad, llevarán la garantía de Aenor y su fabricación parece inminente, según las noticias que llegan a FEXAS. La cuestión es que las personas sordas necesitarán que sus interlocutores las tengan a mano, por ejemplo médicos o funcionarios de servicios de atención al público.

Intérpretes presenciales

Independientemente de estas mascarillas alternativas, el principal soporte para los ciudadanos con discapacidad auditiva es el servicio de los intérpretes en lengua de signos, que se retoma ya este mes de junio después de una cuarentena con atención virtual. «Con ellos salvamos una barrera de comunicación importante porque acompañan a las personas sordas al médico, al notario, al banco, al abogado, a una gestión administrativa... Lo que ocurre es que las personas que manejan la lectura labial pueden ir solas a otras rutinas del día a día, que ahora tienen más difícil», subraya la directora.

Todo va regresando poco a poco a su ritmo habitual, «de modo que vamos a intentar atajar las barreras de comunicación a medida que nos vayamos encontrando con nuevas circunstancias --agrega--, porque no todas las soluciones valen para todas las personas». Y es que la comunidad sorda puede calificarse como muy heterogénea, con unas características variadas en función del grado de sordera, del resto auditivo, de si llevan audífonos, implantes... «Mucha gente joven ya es bilingüe, utiliza a la vez la lengua de signos y la oral, y en función de donde esté requiere un recurso u otro, por eso iremos afrontando cada situación según surja. No se debe atender al colectivo de forma global, sino específica, porque una medida de accesibilidad puede no servir a otras personas», explica Leticia Hernández.

Pero sin duda, la labor de los intérpretes resulta especialmente importante. Ofrecen una información neutral y fiable a las personas sordas en ciertas gestiones personales. Las ayudas de la Dirección General de Accesibilidad de la Junta de Extremadura permiten a FEXSA disponer de tres intérpretes, que se elevan a cinco mediante otros recursos de la federación. No son suficientes en una comunidad geográficamente tan extensa, con 3.500 personas sordas, y muchas veces pierden más tiempo en los traslados que en sus servicios propiamente dichos. FEXSA ya trabaja para crear una red que permita repartir a los intérpretes de un modo más equilibrado por Extremadura, y tratará de incrementarlos.

Poco a poco se consiguen avances. La federación quiere destacar por ejemplo la inclusión de un intérprete de lengua de signos en cada comparecencia pública de la Junta de Extremadura sobre la pandemia. «Tenemos que agradecer la voluntad y la rápida reacción de la Junta tras nuestra petición, porque no ha sido así en otras comunidades», matiza. Sea como fuere, queda mucho trabajo por hacer «y muchas barreras que poco a poco debemos superar», concluye la responsable de la federación.

Consejos de la ONCE para las personas sordas

Hay personas que además de discapacidad auditiva tienen discapacidad visual. Son sordociegas. La ONCE ha publicado un documento con orientaciones y recomendaciones para que sus afiliados puedan mantener la distancia social de 2 metros pese a las dificultades que ello entraña sin control visual. En ese documento incluye medidas específicas para los sordociegos, que tienen una mayor necesidad de tocar y ser tocados para interactuar con el público y acceder a la información. Aun en el caso de no requerir del tacto, su distancia con las personas siempre será más corta.

Por tanto, habrá muchas situaciones en las que deban saltarse las normas generales, pero la ONCE aconseja que siempre se intente cumplir con las medidas de higiene y distanciamiento. Como recomendación general, aconseja rociarse las manos con gel hidroalcohólico, justo antes y después de tocar a alguna persona, tras comunicarse con ella o haber recibido cualquier tipo de indicación a través del contacto con sus manos.

La Once subraya que es absolutamente recomendable el uso de la mascarilla, precisamente porque las distancias con el resto suelen ser menores. Si la persona sordociega necesita que su interlocutor se levante la mascarilla (de forma excepcional), deberá tener la suya puesta.

Si la persona sordociega ha de acercarse mucho a otra, se le debe avisar que hable desde atrás del oído y no de frente, siempre que no se precise el apoyo visual para la comunicación. Si es necesario el deletreo en la palma de la mano o utilizar el sistema dactilológico, se debe indicar que se haga de forma lateral y no frontal. Si el sistema de comunicación empleado es la lengua de signos apoyada táctilmente, también se recomienda favorecer la posición lateral y evitar la frontal.