Las hermanas María Jesús y Noemí Torosio Salazar, Manuela Silva Vargas y Pastora Saavedra Salazar son cuatro mujeres jóvenes, gitanas. Todas ellas tienen el graduado escolar y trabajan como mediadoras sociales para el proyecto educativo Zaro, cuyo objetivo es erradicar el absentismo escolar en Badajoz.

La tarea de estas mediadoras, según contaron a EL PERIODICO, consiste en ponerse en contacto con las familias para convencer a los padres de que tienen que escolarizar a sus hijos y de la obligación de que acudan a diario a sus clases. Gracias a ellas, el proyecto está dando sus frutos "pues desde que está en marcha el absentismo se ha reducido entre un 40 y un 50%".

Tres de estas mujeres comparecieron junto con la técnico del programa, Rocío Pérez Moreno, para contar los resultados de esta iniciativa, que se desarrolla desde el 2001 en diversos centros escolares de la capital pacense con el patrocinio de la Diputación de Badajoz. Este curso se lleva a cabo en cuatro colegios de barrios que se encuentran "en desventaja social": San Pedro de Alcántara, Manuel Pacheco, Leopoldo Pastor Sito y Santa Engracia.

Además del seguimiento del índice de absentismo en los colegios --un niño es absentista cuando falta a clase cinco días al mes sin justificar su ausencia--, en los que están en contacto con los directores y los jefes de estudio, realizan visitas domiciliarias, que es donde intervienen las mediadoras.

La facilidad de ser gitanas

Estas mujeres (una de ellas, María Jesús, es madre y por tanto entiende la situación más de cerca) visitan a los padres de niños absentistas para hacerles ver la importancia de la educación y que al mismo tiempo sean conscientes de las consecuencias de que sus hijos no vayan a clase pues, tal y como alertó Rocío Pérez, pueden incluso perder la custodia de los menores.

Según reconocen las mediadoras, "por ser gitanas les resulta más fácil ser recibidas en los domicilios porque los padres se muestran menos recelosos. Vamos a las casas --cuenta María Jesús Torosio-- para concienciar a los padres de que sus hijos tienen que asistir a las clases para que reciban educación. Ese es nuestro trabajo". Reconocen que no siempre es fácil "pero les hace bien porque al vernos en sus casas se responsabilizan un poco más".

Pero su tarea no es solo concienciar a los padres, sino también resolver los problemas que dificultan que sus hijos se acerquen al colegio, por ejemplo, si no tienen medio de transporte. Cuando consiguen que el niño vaya al colegio, normalmente no hay vuelta atrás, "y aunque siguen faltando, ya su falta es justificada normalmente", señala Rocío Pérez.

Existe además una comisión de seguimiento y control del absentismo en cada colegio y organizan actividades concretas para cada centro. Según esta técnico, el colegio "más absentista" es el de Santa Engracia. Como el curso acaba de empezar, todavía no se ha concretado la incorporación de muchos niños.