Extremadura ha dejado atrás un mes de agosto que pasará a la historia por haber marcado la media de temperaturas más altas de los últimos setenta años, y por las consecuencias que este fenómeno ha tenido en forma de muertes e incendios. Según los datos facilitados por Adolfo Marroquín, responsable del Centro de Meteorología de Extremadura, la media de temperaturas máximas en Cáceres quedó para el mes pasado en 35,8º, lo que supone que se superó en 3,4º lo que es habitual en este mes. Además, los cacereños soportaron un promedio de mínimas de 21,3º, superior en 2,6º a lo habitual.

En Badajoz la situación fue similar. La media de las temperaturas máximas en todo agosto fue de 36,2º, dos grados y medio más de lo normal, y la de mínimas quedó en 19,9º, es decir, 3,7º por encima del promedio habitual.

Los observatorios extremeños no registraban estas medias de calor desde 1936, según la base de datos de meteorología, que recoge las temperaturas de los últimos cien años.

CALOR SOSTENIDO

Con todo, Marroquín manifestó que lo más significativo del mes recién acabado es la intensa y larga ola de calor que se vivió en las dos primeras semanas. "No existen precedentes en los registros del Instituto de Meteorología de una situación en la que los termómetros hayan estado por encima de los 40º durante más de quince días", explicó el responsable del centro extremeño. Lo máximo hasta ahora era la ola de calor de julio del 95, que se mantuvo ocho días.

A esta situación dio paso un descenso bastante brusco de los termómetros, de entre ocho y diez grados, que duró una semana, tras lo cual las temperaturas se situaron en valores más acordes con el mes.

"También hay que tener en cuenta que durante la ola de calor las temperaturas mínimas alcanzaron valores muy altos (hasta 27º en Cáceres), lo que contribuyó a incrementar la sensación de agobio, ya que por la noche no se notaba apenas alivio", explicó Marroquín.

En cuanto a las predicciones de cara al otoño y el invierno, el responsable del centro meteorológico regional señaló que las estimaciones que ya auguran una reacción para restablecer el equilibrio anual de temperaturas y precipitaciones, que pasaría por un otoño lluvioso (mayo y junio fueron anormalmente secos) y un invierno muy frío, carecen por completo de rigor.

"No se pueden hacer predicciones estacionales, todo lo más, hacer interpretaciones estadísticas con antecedentes de situaciones similares, pero, como ya he dicho, ni esto cabe ahora, porque no hay precedentes de una ola de calor así", concluyó.