En muchas ocasiones estas redes ilegales ya disponen de las imágenes de las películas obtenidas en salas extranjeras, por lo que en España tan sólo obtienen la banda sonora. Luego tan sólo tienen que montar el sonido sobre las imágenes.

Para ello, los piratas se sientan junto a los altavoces ocultando el equipo de grabación en un bolsillo --suelen ser muy diminutos--. La detección de grabadoras de sonido es mucho más compleja que la de videocámaras, aunque cada vez éstas suelen fabricarse de un tamaño más reducido, lo que dificulta también su detección.

Según los últimos informes sobre los delitos de propiedad intelectual, en España trabajan unos 1.500 manteros que venden de 30 a 40 películas al día. A ello hay que sumar las descargas que se realizan en internet.