Los agricultores extremeños se han tomado muy en serio lo de transformar su propio tomate. Desde que en 1955 se instalara en Montijo la primera industria conservera hasta el 2002 en que abrió sus puertas Tomates del Guadiana en Santa Amalia, la elaboración industrial de esta hortaliza en la región ha sido cosa de multinacionales (Neslté o United Biscuits) y grupos familiares.

Extremadura se ha incorporado tarde a lo que es la práctica habitual en otros países tomateros, principalmente Italia. En este país, cuyo cupo es de 4.350 millones de kilos, la primera transformación del tomate está en manos de las cooperativas. El verano pasado transformaron tomate diez industrias en Extremadura: Conesa (Villafranco del Guadiana), Agraz (Badajoz), Transa (Villanueva de la Serena), Alsat (Don Benito), Inpralsa (Miajadas), Carcesa (Don Benito y Montijo), Elagón (Coria), Martinete (Puebla de la Calzada), Tomates del Guadiana (Santa Amalia) y Agroconserveros (Montijo). Sólo estas dos últimas estaban controladas por agricultores.

La tercera fábrica de los productores (Tomalia) comenzará a funcionar este año y dos nuevas impulsadas por la cooperativa San Isidro de Miajadas y el grupo Casat de Don Benito lo harán el próximo verano.