Con la frustración del guardameta que sale de la portería para intentar atajar, sin suerte, el balón colgado desde la banda, muchos aficionados a la micología han regresado con las manos semivacías de sus expediciones por el campo en las últimas semanas. Los expertos consideran que ha sido una mala campaña otoñal para la recogida de setas, una actividad que cada vez tiene más adeptos en la comunidad autónoma y que este año se ha visto mermada por la falta de lluvias durante todo el mes de octubre y buena parte del de noviembre.

"Ha sido pésima. Apenas ha llovido nada y cuando lo ha hecho ha sido a destiempo. Las setas necesitan mucha humedad y algo de calor", comenta Isidro Frutos, de la Sociedad Micológica Agrocybe Aegerita de Qintana de la Serena. Y las expectativas de recuperación, a pesar de las precipitaciones de la semana pasada, son escasas. "Hay dos especies que aguanta bien el frío, como el rebozuelo y el pie azul, pero con las heladas el resto no se mantienen en pié", observa Pedro Donoso, presidente de la Sociedad Sierra de Hornachos.

No obstante, la situación no ha sido similar en toda la región. Antonio Mateos asegura que en septiembre se pudieron recoger setas en abundancia y que en el norte de la región el impacto de la sequía ha sido menor. "En el Jerte, en Gata o La Vera la campaña ha seguido con cierta normalidad", indica este miembro de la Sociedad Micológica Extremeña.

La micología, o al menos la afición de salir al campo para buscar estos hongos, cada vez tiene más tirón. El colectivo de aficionados de Sierra de Hornachos, por ejemplo, ha pasado en pocos años de apenas una decena de integrantes a más de 60. De hecho, incluso las Administraciones se han propuesto tomar cartas en el asunto, aunque con un matiz, para controlar la comercialización de ciertas especies. Para reducir las muertes e intoxicaciones, el Ministerio de Sanidad está ultimando un decreto que fijará en una lista las cerca de 80 especies tóxicas cuya comercialización será considerada falta muy grave y objeto de elevadas sanciones. Además, habrá otros dos listados, uno para especies silvestres y cultivadas que son seguras, muy consumidas y que se podrán vender si problemas, y otro con nombres de ejemplares que requieren tratamiento previo para eliminar la toxicidad.

Medidas de control

"El ministerio nos ha enviado el borrador para consensuar el decreto y tenemos que enviar nuestras consideraciones", explica José Pozo, jefe de Seguridad Alimentaria del Servicio Extremeño de Salud (SES). Según explica, el documento es positivo porque contribuye a la protección de los consumidores y regula la comercialización de setas. Ello obligará a las autoridades sanitarias a asumir nuevas competencias para vigilar, controlar y sancionar este mercado. "Quienes quieran venderlas deberán pedir una autorización y se registrará quién y donde se ha recogido el producto y cuáles son las especies", indica José Pozo.

En la actualidad, en Extremadura hay cerca de una decena de empresas o cooperativas dedicadas a la comercialización de estos hongos. Según Antonio Mateos, "somos una de las regiones de España con mayor producción destinada a venta y comercio". Por eso, unos y otros consideran que es positivo que se revise la legislación, ya que el decreto servirá para actualizar el código alimentario vigente, que solo considera comercializables 33 especies. Aunque bajo el punto de vista de este micólogo de la Sociedad Extremeña, es necesario ir más allá: "Los recolectores profesionales realizan grandes destrozos, porque muchas veces utilizan rastrillos, y eso lo debe atajar la Administración".

Se calcula que en España se dan un millar de especies de setas, muchas de ellas tóxicas. En la lista negra aparecen la amanita phalloides , la amanita muscaria o el boletus santanas , que pueden ser mortales, y otras que tradicionalmente han sido consumidas pero que poseen cierta toxicidad como la thicholoma equestre o seta de los caballeros. Estas y otras provocan cada año más de 200 intoxicaciones, según el Instituto Nacional de Toxicología. En Extremadura en los últimos años se han registrado XX casos. Ninguno ha provocado la muerte. No obstante, los micólogos aconsejan extremar la precaución y "no coger la seta si no se sabe bien qué se coge".