EDAD 20 AÑOS
NACIMIENTO LOGROSAN
VIVE EN FUENLABRADA (MADRID)
DEDICACION TRABAJA EN UNA ASESORIA DE CARABANCHEL
AFICIONES LA NATURALEZA
FORMACION POSEE EL GRADUADO ESCOLAR Y HA HECHO UN CURSO DE PELUQUERIA
La vida de Miriam dio un giro brutal el pasado 4 de octubre. Hacía tres años que había abandonado Extremadura para estudiar peluquería en Madrid y aquel día se disponía a regresar a su casa de Fuenlabrada cuando un joven, Jorge R. V., la empujó a las vías del Metro de Madrid en la estación de Carabanchel. El tren pasó por encima de ella. Los médicos temieron por su vida y han tenido que amputarla una pierna. Tras siete operaciones, ha vuelto a su casa. Su agresor permanece ingresado en la prisión de Soto del Real (Madrid) con diagnóstico de esquizofrenia paranoide.
--Debe haber cambiado mucho su vida ¿Cómo era la rutina antes del 20 de octubre?
--Me levantaba a las 7.00 para ir a trabajar. Llegaba a las tres de la tarde, comía, sacaba al perro a pasear y me marchaba a la autoescuela. Después regresaba al trabajo y volvía a las ocho para hacer la cena, la comida del día siguiente, limpiar... Vivía con mi hermano, porque mis padres residen en Logrosán.
--¿Siempre utilizaba el Metro?
--Normalmente sí. Tardaba 30 o 40 minutos hasta mi trabajo, aunque a veces iba en autobús.
--¿Y ahora?
--Todo ha dado un giro de 180 grados. Todos los días voy a rehabilitación tres horas por la mañana y por las tardes intento pasar el tiempo de la forma más amena posible, paseando con mi madre, leyendo o entreteniéndome con el ordenador.
--¿Qué tipo de rehabilitación está siguiendo?
--Es un poco dolorosa. Consiste básicamente en coger fuerza tanto en los brazos como en la pierna y acostumbrar el pie. Me falta un dedo índice, tengo un desgarro en el pie, me han realizado un injerto y están tratando las distintas cicatrices. Además, me estoy quitando la sensación del miembro fantasma y la sensibilidad del muñón. A parte, tengo contracturas bastante grandes en el cuello y la espalda.
--¿Es mayor el dolor físico o el psicológico?
--Lo que más duele es el psíquico, porque es lo que tengo que superar yo sola y siempre perdura. Por eso intento distraerme con lo que sea. No soluciono nada con estar todo el día pensándolo.
--¿Ya ha asumido todo lo que le ha ocurrido?
--Lo tengo totalmente asumido. Desde el primer día, cuando me desperté, me dí cuenta de que no tenía la pierna. Intentaba levantarme y no podía.
--¿Sigue preguntándose por qué le ocurrió a usted?
-- Todas las noches. Sé que esa respuesta no me la va a dar nadie. Me tocó a mí como le pudo tocar a cualquier persona. El ya ha dicho que no iba a por nadie en concreto.
--¿Le guarda rencor?
--Sí. No soy rencorosa, pero hacia esta persona siento rencor. No puedo perdonar a quien ha intentado matarme. Mi perdón no lo tendrá nunca.
--¿Todavía siente miedo?
--Antes no tenía claustrofobia, ahora sí, sobre todo cuando paso por un túnel o cerca de la boca del Metro. No he vuelto a entrar en el Metro. También me asusto cuando se acercan por detrás o cuando me tocan en la espalda.
--¿Cómo se supera todo esto?
--Lo mejor es ver todos los días el apoyo de la gente que te quiere. Saber que no estás sola.
--¿Has encontrado alguna lectura positiva al accidente?
--Soy más fuerte. Quizá no más madura, pero sí más fuerte y más sensible hacia las personas que sufren situaciones parecidas. Necesito hacerles saber que estoy aquí, que les puedo ayudar como a mí me han ayudado Irene Villa o el concejal de Plasencia Enrique Tornero.
--¿Han cambiado mucho sus proyectos de futuro?
--Algo. Quería irme a vivir con mi novio y buscar trabajo en Extremadura. Ahora sólo quiero recuperarme y quedarme aquí en Madrid trabajando y viviendo con él. El siguiente paso es ponerme la prótesis, aprender a andar y retomar mi vida corriente.
--Entonces, ¿no regresa a Extremadura?
--No lo descarto, pero ahora no. Me parece injusto que la Junta de Extremadura, tierra donde he nacido y me he criado, no me haya ofrecido ningún tipo de apoyo o ayuda, ni siquiera se ha preocupado por mí.