Las tropas extremeñas llevan a cabo durante todo el día patrullas y controles de carretera en la zona de Istok. Uno de los objetivos es supervisar el trabajo de los agentes de la policía local, el KPS , con los que hay una comunicación constante

Vigilar, controlar y dar sensación de seguridad. Esta es otra de las misiones fundamentales de las tropas extremeñas destacadas en Istok desde principios de mes. Por eso, continuamente se llevan a cabo patrullas "tanto a pie, como en coche o vehículo militar BMR" y se despliegan check points o controles de carretera. Así, además dejarse ver en las calles "lo que da una especial sensación de seguridad a las minorías" ayudan a controlar las carreteras de la zona.

Es el Día de los Difuntos de la población serbia, por lo que se extreman los controles de los muchos monasterios, iglesias y cementerios serbios existentes en Istok. A lo largo del día llegan a todos los puntos de Kosovo miles de personas en autobuses procedentes de Serbia para honrar a sus muertos. Uno de estos puntos es el cementerio de Pec, ubicado en una zona controlada por las tropas italianas y en la que se desarrolló un malogrado intento de reasentamiento serbio. Y es que en el estallido de violencia de hace dos años, que dejó un reguero de 14 muertos y cerca de 300 heridos, los albaneses volvieron a quemar las casas serbias que se acababan de reconstruir, por lo que algunos optaron por huir de nuevo y sólo unos pocos permanecen allí. Lápidas destrozadas, cruces que apenas asoman entre la hierba e incluso una tumba profanada dejan bien claro que la población de la zona está lejos de olvidar lo ocurrido hace pocos años.

Cerca de las cuatro de la tarde las nubes siguen sin dar descanso y es casi de noche. A esa hora parte de Base España una de las patrullas en BMR que controla la zona de Istok. El primer destino es el Punto de interés Patrimonial (PIP declarado así por Naciones Unidas) de Lugobo. Allí sólo queda la fachada de lo que un día fue la iglesia y junto a ella los restos de un cementerio aplastado por el tiempo y el olvido. La mayoría de los que reposan en este cementerio murieron durante la guerra y en el pasado la zona estuvo minada. Las tropas españolas ya la "limpiaron" en su día y hoy es segura. Ya es noche cerrada. El frío comienza a ser intenso a pesar de que apenas pasan unos minutos de las cinco.

La segunda parada es la iglesia de Bzanja. Casi como si quisiera convertirse en el contraste de la anterior, está en perfecto estado y tanto la fachada como los frescos del techo dan buena cuenta de lo que debió ser en tiempos de auge serbio. Hoy está abandonada, protegida por una valla, una puerta metálica y por la siempre atenta vigilancia de los militares extremeños destacados en Istok. Los soldados inspeccionan la zona con sus potentes linternas. Todo correcto, todo tranquilo. Tras comprobar que todo se está desarrollando con normalidad, a pesar de tratarse de una fecha marcada en rojo en el calendario, concluye la patrulla.

Una nueva tarea

Horas después, cerca de las dos y media de la mañana, parte de Base España un equipo dispuesto a instalar un control de carretera en una vía kosovar. En estos controles, que se desarrollan diariamente a lo largo de las 24 horas y en los que colaboran todas las fuerzas internacionales implicadas en la zona, se intenta principalmente localizar armas, drogas y cualquier otro tipo de actividad ilegal. Aún hay muchos albaneses que continúan armados pese a que el conflicto armado quedó atrás hace tiempo, lo que provoca situaciones singulares como la de aquel día en que apareció en mitad de la calle una caja llena de granadas que alguien había abandonado a su suerte. Por este motivo se llevan a cabo numerosas campañas para concienciar a la población civil de la importancia de desarmarse progresivamente.

En realidad el principal objetivo de esta misión es colaborar con el KPS (la policía de Kosovo), facilitarles a sus agentes los medios necesarios para llevar a cabo el control --"no disponen de señales ni conos de su propiedad"-- y supervisar su trabajo. En esta línea, a lo largo de los últimos meses el Ejército español ha traspasado cada vez más competencias a los agentes kosovares para que éstos se acostumbren a trabajar en solitario.

Son casi las tres de la mañana y la carretera está pácticamente desierta mientras la lluvia no deja de caer. Al fondo se observan las luces de un coche y comienza el movimiento. En un gesto mil veces ensayado, los soldados extremeños dan un paso atrás y los dos agentes del KPS paran al vehículo. Es un carpintero de Istok que lleva a su hijo al hospital con un ataque de asma. Los policías llevan a cabo el control ante la atenta mirada de los militares, que finalmente dan el visto bueno a la actuación del KPS. Si se hubiese detectado alguna irregularidad los propios soldados hubiesen completado el registro, pero en esta ocasión no es necesario.

El reloj marca ya las cuatro de la madrugada y el dispositivo finaliza. Nueva misión cumplida.