Juan Antonio Tierno lleva 30 años como colaborador de la Aemet («día a día, de forma ininterrumpida», matiza), aunque antes de dar el paso ya tomaba mediciones con las que luego trabajaba con sus alumnos cuando llegaban la tema sobre meteorología. Las primeras anotaciones las realizó en 1979, con un pluviómetro que tenía en casa.

«Es algo que me llamó la atención desde pequeño porque mi familia vivía del campo. Y antes de ser colaborador, ya les enviaba esos datos no oficiales a la Aemet», recuerda Tierno, que finalmente en 1989 decidió empezar a trabajar de forma más estrecha con la agencia y montó una estación para el colegio que pronto se convirtió en una atracción para sus alumnos, porque podían tocar allí las herramientas que veían en los libros, como el pluviómetro, el vaporímetro, el termohidrógrafo...

«Al principio yo les ponía ejercicios para que aprendieran a leer los aparatos. Y cuando tuvimos la estación, podían hacer el ejercicio completo y trabajar sobre datos reales», recuerda el docente, ya jubilado y que este año recibió un reconocimiento de la Aemet por su implicación en la tarea. La estación del profesor de Sociales pronto se convirtió en una atracción para todo el colegio, pero también en una herramienta valiosa para las cámaras agrarias, que empezaron a recurrir a Tierno cada semana para que les facilitara datos que eran de interés para los agricultores de toda la comarca.

«La estación ha prestado un enorme servicio social, al colegio, a las cámaras agrarias y también a muchos estudiantes de ingeniería, que han recurrido a mí para que les facilitara datos meteorológicas para algunos trabajos». También ante episodios de lluvias torrenciales, para aportar certificados para los seguros de los agricultores.

Por eso cuando Tierno se jubiló decidió continuar con la tarea («la estación me viene bien para darme un paseo todos los días», dice) y trasladó los aparatos (la 375 de la Cuenca del Tajo) a las inmediaciones de su casa donde cada día sigue haciendo anotaciones.