Los habitantes de Extremadura respiraron aire contaminado durante 2018, aunque inicialmente no se aprecie, y soportaron unos niveles de contaminación que dañan los bosques y cultivos al superar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según el Informe de Calidad del Aire 2018 de Ecologistas en Acción.

Según esta organización ecologista, este informe analiza los datos recogidos en casi 800 estaciones oficiales de medición instaladas en España, de las cuáles nueve se sitúan en Extremadura.

Para Ecologistas en Acción, el cambio climático y el repunte en la quema de combustibles fósiles mantiene un problema que afecta a la salud de la ciudadanía, pero también a los cultivos, bosques y espacios naturales.

En lo que respecta a la región, durante 2018 se han reducido los niveles de contaminación de partículas en suspensión, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre, aunque las emisiones de las principales ciudades, así como autovías y autopistas, se extiende por el territorio y afectan a zonas rurales más alejadas en forma de ozono troposférico.

De esta forma, la superficie expuesta a niveles de contaminación que exceden los legalmente permitidos para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales alcanzó los 2.000 kilómetros cuadrados en zonas de Cáceres, Badajoz y núcleos de población de más de 20.000 habitantes. No obstante, la inestabilidad atmosférica redujo los episodios de contaminación y contribuyó «de manera importante» a mejorar la calidad general del aire.

El ozono troposférico es el contaminante con mayor extensión y afección a la población, ya que sus niveles se mantienen estacionarios e incluso al alza debido al incremento de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas durante el verano.

En el caso del ozono, ha recordado que la Junta aprobó en 2018 un plan con objetivos «muy pobres» que carece de un diagnóstico de las causas del problema y se limita a un catálogo de medidas genéricas sin concretar, programar ni presupuestar.