Una gran familia, pero no muy bien avenida. El Partido Popular extremeño, que por una vez logró unirse en torno a la figura de Carlos Floriano antes de las elecciones autonómicas del 25 de mayo, vuelve a estar tan dividido como años atrás.

Y es que pese a la apariencia de tranquilidad que se esfuerzan por ofrecer los principales dirigentes del partido, incluso los más críticos con la gestión de la actual dirección regional, lo cierto es que la coalición vuelve a estar estructurada en sus tradicionales familias . Así, según las diversas fuentes del PP consultadas, la mayoría comienza a tomar posiciones de forma discreta, aunque todos creen que lo mejor es esperar a que al menos pasen las elecciones generales del año que viene para evitar males mayores.

Sin duda, el principal protagonista vuelve a ser el actual presidente de los populares, Carlos Floriano, que cuenta con numerosos apoyos incondicionales en el Grupo Parlamentario y la Ejecutiva regional, así como con el amparo, al menos de momento, de Génova. Sin embargo, tras el fracaso electoral ha perdido bastante fuerza, especialmente en la provincia de Cáceres, su antiguo feudo político. Además, el destino del partido en la región está condicionado a su propio futuro, puesto que lo que pueda ocurrir depende de si es designado o no portavoz del Grupo Popular en el Senado.

BADAJOZ, MUY DIVIDIDO

Otro de los hombres clave es Miguel Celdrán, presidente provincial y el dirigente con más influencia en la provincia de Badajoz. Aunque en algunas ocasiones se ha mostrado crítico con la dirección de su partido e incluso ha compartido candidatura con Pedro Acedo, no está nada claro qué hará cuando deba pronunciarse. Quizás pese entonces en su decisión el malestar que sintió al conocer la inclusión de Tomás Martín Tamayo en las listas a la Asamblea por Badajoz, o por el contrario puede que opte por la continuidad.

Una de las opciones es que apoye como sucesor a José Antonio Monago, secretario regional del PP, una figura que cuenta con la ventaja de ser al mismo tiempo hombre de confianza de Floriano y de Celdrán. Con presencia en el Parlamento regional y bien considerado por muchos dirigentes del partido, su único problema puede ser que el sector crítico no aceptará en Extremadura una sucesión dirigida como la de Mariano Rajoy.

También hay dudas sobre el delegado del Gobierno, Oscar Baselga. Aunque en los últimos tiempos está bastante apartado de las discusiones internas de su partido, lo cierto es que también tiene una gran influencia en la provincia de Badajoz, donde su grupo, encabezado por su hermano, Fernando Baselga, logró cerca del 50% de los votos en el último congreso provincial.

En la provincia de Cáceres la situación es aún más confusa. El hombre fuerte de Floriano es el actual presidente provincial y senador, Angel Carlos Bernáldez, aunque ambos han quedado muy debilitados tras la fallida Operación Renove de Plasencia y el intento de eliminación política de José Luis Díaz. De hecho, gran parte del sector duro de la oposición a Floriano se concentra en la provincia cacereña. No en vano este grupo ha soltado la liebre con la posible petición de un Congreso Regional Extraordinario y muchos de ellos ven como líder al diputado nacional y alcalde de Navalmoral de la Mata, Rafael Mateos, que derrotó en las urnas el pasado 25-M al exconsejero Javier Corominas.

EL GRUPO DE MERIDA

La última familia dentro del PP, pero no por ello menos poderosa, es la de Pedro Acedo, alcalde de Mérida y secretario provincial del partido. Un hombre que desde hace años aspira a la dirección regional del PP y que también estuvo a punto de ser fulminado por su propio partido antes de los comicios autonómicos, tal como adelantó ayer este diario. De momento prefiere mantenerse a la espera de que Génova haga algún gesto clarificador sobre el futuro del partido en la región, ya que no está dispuesto a repetir su anterior batalla en solitario contra Juan Ignacio Barrero, en la que estuvo a punto de dilapidar su propio futuro político. En su contra, el gran número de enemigos que tiene dentro del propio partido.

Siete familias , todas tras las mismas siglas pero cada una con sus propios intereses.