Villanueva de la Vera vive desde primeras horas de la mañana de ayer inmersa en múltiples actos festivos declarados de Interés Turístico Regional. La base de este carnaval tan singular está sustentada por un personaje denominado Pero-Palo, de origen desconocido, sobre el que giran una serie de ritos, catalogados por algunos autores como de la España mágica .

Como manda la tradición, nada más despuntar el día, el pelele apareció pinchado en la aguja de la plaza de Aniceto Marinas, tras haber sido confeccionado por los peropaleros durante la noche en un lugar secreto.

A lo largo de toda la jornada dominical, el Pero-Palo fue paseado por la muchedumbre por las calles de Villanueva de la Vera, regresando en cada ocasión a la plaza del Ayuntamiento, en la que los asistentes se dividían en dos bandos antagónicos, ya que unos son partidarios del Pero-Palo, y otros enemigos acérrimos. Unos y otros se buscan en una ceremonia de aparente confusión, y en la que al final cada participante regresa al grupo al que pertenece. Terminado el rito el Pero-Palo vuelve a la aguja.

Este tipo de actos se repetirá hoy lunes, dando paso mañana martes al día grande del carnaval villanovense. Entre las 09.30 y las 10.00 de la mañana, un joven montado en un burro protagonizará la denominada Corrida de las Elecciones, durante la cual dará a conocer al pueblo que el Pero-Palo ha sido condenado a muerte por la Justicia.

Hasta el mediodía se repiten los paseos con el muñeco, incluida la petición de las alabardas al cura, que se encarga de custodiarlas durante el año, y el tremolar de la bandera, por parte del capitán, desde el balcón del ayuntamiento.

Pero será mañana por la tarde cuando tendrá lugar el ofertorio de las calabazas. De vuelta a la plaza, tras uno de los paseos, el capitán entra a ofrecer , ante el tribunal constituido al efecto. Posteriormente, podrán participar en este acto cuantas personas lo deseen, debiendo prepararse los hombres, para recibir la descarga de los jóvenes que portan calabazas de las utilizadas para beber, atadas a la punta de un palo. Por último, el pelele es destrozado en medio del jolgorio general, reservándose la cabeza, para el muñeco del año que viene.