Cada vez se cocina menos y se dedica menos tiempo a elaborar platos tradicionales pero, en general, parece que la alimentación de los extremeños aún conserva buenos hábitos. En la cesta de la compra del último año hubo mucha leche, menos fruta aunque más hortalizas, algo más de pescado y poca carne. Es es lo que dice al menos el Informe de Consumo Alimentario en España durante el 2018, que se ha dado a conocer esta semana, y lo que corroboran los expertos. Según ese documento, cada extremeño comió el año pasado 577,9 kilos de alimentos, uno de los datos más bajos, solo por encima de Madrid (573,5), La Rioja (556) y Navarra (548) y lejos de los 626,7 kilos de media que se ingirieron en España. Los extremeños no solo estuvieron un año más entre los que menos consumieron, sino que también gastaron menos en la lista de la compra: 1.220 euros por persona, lo que suponen 227 euros menos que la media española y casi 500 euros menos que en Cataluña, donde más se desembolsó en la compra diaria. En todo caso, supone un repunte respecto al año pasado. La cuestión es que se compra menos, pero hay mayor predisposición a gastar algo más en lo que comemos.

Respecto a los datos de Extremadura, lo que dice ese informe es que en la cesta de la compra había más leche de la que correspondería en función de la población, y que se ingirieron unos 77,5 litros por persona a lo largo del año (unos diez litros por encima de la media española), además de otros 40 kilos en otros productos lácteos como queso o yogur. Es uno de los alimentos con un consumo más elevado, aunque por detrás de la fruta, de la que se compraron 84 kilos por persona (algo menos que el año pasado, en todo caso).

Un aprobado

«En líneas generales, los extremeños comen bastante bien con platos tradicionales y hábitos de la dieta mediterránea. Se puede dar un aprobado a la alimentación, aunque es cierto que hay cosas que se deberían mejorar», defiende Luisa Muñoz, presidenta de la Asociación de Dietistas y Nutricionistas de Extremadura (Adiex). Entre los aspectos que ella considera positivos está precisamente el elevado consumo de lácteos en la región: «la leche está denostada en favor de las bebidas vegetales, pero yo soy una fiel defensora por la cantidad de vitaminas y minerales que nos aportan». En el lado opuesto: «que el consumo de carne y de pescados frescos están por debajo de la media», aunque esto último puede guardar relación con el elevado precio del pescado fresco y el poder adquisitivo de los extremeños; de hecho es la región con menor gasto per cápita en alimentación.

En cuanto a la carne, lo cierto es que los extremeños fueron los que menos la ingirieron en el periodo de estudio, con 38 kilos por persona (frente a los 46 de media o los 52 de Castilla y León) y de esa cantidad, un total de 26 kilos correspondían a carne fresca. El consumo de carne es bajo y entre ellas destaca el de vacuno, frente a otros con más tradición en la región como el cerdo o el cordero. Pero sobre todo el descenso en el consumo parece reflejo de una tendencia que recoge ese informe y corrobora la experta: cada vez se tiende más al plato único. Lo que se está produciendo en todo el país se acentúa en el caso de Extremadura porque, esa tendencia está relacionada con el aumento de los hogares unipersonales. La conclusión es que las personas que viven solas tienden a comer un plato único y eso supone que la proporción de proteína que hay en esa ingesta es menor que si se recurriera al modelo tradicional con primer plato, segundo plato y postre. «También aumenta la idea de que no es bueno abusar de la carne por su vinculación con el colesterol y los triglicéridos y puede que los extremeños estemos siendo más responsables con eso», dice la nutricionista.

Pero no todo es positivo en cuanto al consumo de carne entre los extremeños, según apunta otra nutricionista y experta en alimentación infantil, Laura Ramos: «consumimos más carne procesada que la media de los españoles», advierte. El desglose de datos sitúa a los extremeños con un consumo de seis kilos por habitantes de productos como embutidos, fiambres o salchichas, solo por detrás de La Rioja, con 9,2 kilos. En el lado opuesto, la experta destaca también el elevado consumo de lácteos entre los extremeños («es esencial en una dieta equilibrada», dice) así como del consumo de tomate, el tercero más elevado del país (14,3 kilos por persona). «Pero nos queda mucho por mejorar y sobre todo hay que aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres», afirma.

La dieta

Según desvela este informe, en Extremadura gana terreno el consumo de uno de los estandartes de la dieta mediterránea: el aceite de oliva virgen extra. De hecho, aunque es la región que menos aceite consumió en el último año, lo fue precisamente por un descenso más acusado de otros aceites (de girasol o bien otros tipo de aceite de oliva de menor calidad), porque el consumo en el caso del virgen extra se incrementó. Cada extremeño ingirió 2,6 litros de este producto. «No olvidemos además que es una región productora de aceite y que eso incide en que haya mucho de autoconsumo, especialmente en zonas rurales», apunta Ramos, que trabaja en zona de la Campiña Sur.

El informe del ministerio es una fotografía completa de los alimentos y bebidas que han consumido los residentes en España (excluye a los turistas) tanto en el hogar como fuera de casa a lo largo del último año y apunta además algunas tendencias respecto a los hábitos de consumo. Sobre esas tendencias, Luisa Muñoz apunta una: cada vez se comen menos legumbres. Extremadura fue en el 2018 la región con un consumo más bajo, tras Andalucía, con 2,83 kilos. «Es un alimento esencial en la dieta y, al contrario de lo que se piensa, no engorda». El problema, según explica, es cómo se cocina, y en ese aspecto parece que el problema está en la tradición: «aquí se asocian las legumbres a productos derivados del cerdo de los que se recomienda no abusar. Para no comerlos, no se come tampoco las legumbres porque no concebimos hacerlas con verduras o con unos chocos, por ejemplo», indica.

Otra tendencia, el descenso del consumo. Ocurre en Extremadura, pero también en el resto de España y está muy relacionado con el saldo vegetativo negativo en la actualidad. Ese descenso del consumo se acentuó especialmente (por encima de lo normal) en el caso de productos como la carne, los pescados (tanto frescos como congelados), mariscos, moluscos, algunos tipos de frutas frescas, el pan y el azúcar. En cuanto a las bebidas, crece en la región el consumo de agua envasada y de vinos con denominación de origen, mientas que cae el consumo de cervezas y refrescos, aunque de estos últimos los extremeños ingirieron el año pasado tres litros al mes por persona.

¿Dónde compramos?

Para hacer la compra, el supermercado se consolida como el canal preferido para la adquisición de todo tipo de productos. El año pasado el 47,2% de las compras de alimentos se hicieron en este tipo de establecimientos, con un incremento del 1,4% respecto al año anterior. Aunque muy alejado, un 12,9% de personas acuden a las tiendas descuento, una proporción idéntica a los que recurren a las tiendas tradicionales aunque, eso sí, en estas últimas cae un 5,4% el volumen de compras, por el descenso del consumo de frescos.