Dos jóvenes de 17 y 23 años, Fernando Ferrero Ramos y Ricardo Román Ferrero --que eran primos--, fallecieron el domingo por la noche al inhalar gases tóxicos cuando sacaban el combustible de un vehiculo que iban a llevar al desguace. Ambos eran aficionados a la mecánica y cuando perdieron la vida estaban trabajando en un foso habilitado en una nave familiar para llevar a cabo operaciones de ese tipo, en Aldea de Retamar (pedanía de Solana de los Barros), la localidad natal de Ricardo y donde Fernando estaba pasando una temporada. Los entierros tuvieron lugar ayer en este municipio y en el de Montijo y los ciudadanos de ambos están consternados por la triste noticia.

La autopsia a los dos cadáveres confirmó la muerte por asfixia, según aseguraron a este diario fuentes de la familia, aunque --por motivos que se desconocen, si bien se ha especulado con un cigarrillo encendido-- también debió producirse una llamarada porque uno de los jóvenes presentaba quemaduras. El suceso se produjo en torno a las siete de la tarde del domingo, cuando los dos jóvenes trabajaban bajo un vehiculo de la familia de Ricardo, que este tenía previsto llevar al desguace. Antes, sin embargo, él y su primo quisieron aprovechar el combustible que contenía el depósito, lo que les costó la vida.

Así lo explicó ayer un primo de Ricardo, Tomás Durán Román, que estuvo con ellos apenas un par de horas antes de que se produjera el incidente. "Nos gusta mucho la mecánica y solemos enredar con los coches y las motos, desmontándolos y arreglándolos cuando hace falta", comenta. Era el pasatiempo al que decidieron dedicar la tarde del domingo los dos jóvenes y Tomás les acompañó durante un rato. "Estaban bien, perfectamente, nadie podía imaginar lo que iba a pasar".

BUSQUEDA Pero, a medida que avanzaba la tarde y no se sabía nada de ellos, sus familiares comenzaron a preocuparse. "Mis tíos se sorprendieron porque la nave estaba abierta, con un coche sobre el foso, y ellos habían desaparecido", continúa Tomás. Así que empezaron a buscarles por todo el pueblo. "Estuvimos dando vueltas intentando localizarles, hasta que dos horas después (en torno a las diez de la noche), nos dimos cuenta de que estaban en el hueco, debajo del coche, inconscientes".

Aunque avisaron al Centro de Emergencias 112 y hasta tres ambulancias se desplazaron al lugar de los hechos y sus efectivos estuvieron intentando reanimarles, solo pudieron certificar la muerte de los jóvenes. Los primeros indicios ya apuntaban a la asfixia como causa del fallecimiento, extremo que ayer confirmó la familia, después de que a los jóvenes les fuera practicada la autopsia, por la mañana en Badajoz.

Posteriormente, los restos de Ricardo fueron trasladados a Aldea de Retamar, su ciudad natal, en la que vivía junto a sus padres y sus dos hermanas y donde había comenzado a hacerse una casa. A sus 23 años, Ricardo había seguido los pasos de su padre, que trabaja como encargado de obra, y se dedicaba a la albañilería, aunque sentía pasión por los coches y las motos y era aficionado a la mecánica.

"Tuvo un accidente de moto y estuvo una época un poco decaído, pero conseguimos animarle para que volviera a salir y era magnífico. Hemos vivido muchas cosas juntos", recordaba ayer su primo Tomás, visiblemente afectado por su pérdida que, sin embargo, no terminaba de creerse. Su funeral comenzó a las 19.30 horas en la Iglesia del Sagrado Corazón, que comparte nombre con la calle en que falleció junto a su primo.

También el féretro de este fue recibido con muchas lágrimas y rostros emocionados a las puertas de la Iglesia de San Pedro de Montijo, donde llegó poco antes de las seis y media de la tarde. Es el municipio del que procedía el joven y donde vivía con sus padres y otros seis hermanos (el más pequeño de apenas cinco años), si bien se había trasladado una temporada con sus tíos --los padres de Ricardo--. Precisamente el domingo, los suyos habían ido a visitarle a Aldea de Retamar y ayer tuvieron que darle su último adiós.