La localidad de Monroy celebró ayer su cita más entreñable, las Purificás , un rito que se revive cada año con motivo de las fiestas de las Candelas, de orígenes desconocidos. Los actos comenzaron al filo del mediodía con la bendición de las velas y la procesión de la Virgen del Rosario por la iglesia de Santa Catalina, acompañada de las autoridades y numerosos devotos.

Las Purificás --jóvenes del municipio-- volvieron a irrumpir en el templo un año más cantando coplas con la Virgen y el Niño, portando varias ofrendas hasta el altar. Cientos de personas de distintos lugares de la región y del país acudieron de nuevo a presenciar la celebración.

ROSCAS DE PIÑONATE

Los lugareños volvieron a lucir sus trajes típicos y degustaron las tradicionales rosquillas de piñonate donadas por el ayuntamiento para la ocasión. Tampoco faltaron las actuaciones folclóricas, entre ellas la del grupo local Recordanza. Los actos se clausuraron con una charanga por las calles de la villa y verbena popular.

Los monroyegos también lucen durante estas fiestas su mejor gastronomía, y los restaurantes se encuentran al completo con días de antelación. Además, los visitantes pueden admirar una exposición de trajes típicos y fotografías del pasado en las instalaciones municipales.