«No sé qué va a pasar cuando mi hijo vuelva al traumatólogo. Si le van a tener que operar. Yo le pongo en casa de pie pero no lo hago como un profesional». Carmela González relata las dificultades que tiene para suplir la tarea que un profesional ejerce sobre su hijo Pablo, de 8 años, que tiene parálisis cerebral. «Este confinamiento me ha servido para conocer aún más a mi hijo y para que él nos conozca, esa parte es positiva. Pero no tenemos las manos de un profesional. No va al cole, donde tiene a la logopeda, no puede ir al fisio tampoco», dice González. Tampoco recibe desde diciembre la toxina que le ayuda a mantener sus músculos, cuya cita tenía en abril. «Tenemos miedo de volver para atrás después de todo lo que hemos avanzado», lamenta la madre.

Pablo es un niño alegre y cariñoso al que salir a la calle ahora tampoco le está ayudando: «Se siente extraño, raro, porque no puede tener contacto con la gente». «Él se pregunta dónde están sus cosas, dónde está su rutina. Hemos estado tres meses parados y ahora en verano que también se para el mundo seguiremos igual», dice.

Sin actividades de ocio

Sin actividades de ocioCarmela González es además secretaria de la Asociación Lyra, que organiza actividades lúdicas para personas con y sin diversidad funcional. Alrededor de 25 usuarios, incluido Pablo, disfrutaban de unas actividades que, también, han parado. «La última actividad la hicimos el sábado anterior al Estado de Alarma. Teníamos planeado un campamento en verano pero ahora está todo en pausa», dice González. Entretanto, los chicos siguen haciendo videollamadas: «Son una pandilla de amigos y están deseando de verse».

Tanto Carmela como su marido han sufrido un ERTE, por lo que no sólo se pregunta el cuándo, sino también el cómo van a retomar algunas de las terapias que tomaba Pablo: «Nuestra fisio, por ejemplo, es de pago. La recogida de tapones también se ha parado. Yo intento ser siempre positiva pero es verdad que no he escuchado a nadie nombrar a estas personas, a nadie decir ‘vamos a hacer determinadas cosas’», denuncia.

«Y nosotros queremos hacer cosas pero los de arriba no dejan hacer nada. Nadie se ha acordado de las necesidades de estos chavales», lamenta esta madre.