El de ayer no era un día cualquiera en la avenida José Fernández López de Mérida. Los autobuses de la empresa Leda que a diario trasladan a más de 3.000 personas --la mayoría trabajadores de la Junta-- a sus lugares de residencia, llegaban con puntualidad británica tratando de normalizar un ambiente enrarecido por el terrible accidente de tráfico ocurrido en Talavera la Real apenas 24 horas antes.

Faltaban aún 20 minutos para las tres de la tarde. Los termómetros superaban los 40 grados al sol y la marea de trabajadores comenzaba a llegar a la zona. En las colas habituales el comentario era inevitable: "¡Qué pasada lo de ayer!" o "¡Qué mala suerte tuvieron!" eran las expresiones más comunes. Algunos de ellos tenían claro que, pese a lo ocurrido, no dejarán de utilizar el servicio, porque "estos autobuses son muy modernos, están perfectamente y esto sigue siendo mucho más seguro que ir en coche". De hecho, insisten en que no tienen "ni una sola queja" sobre el servicio.

A falta de cinco minutos para las tres llegaba el autobús que iba a sustituir al vehículo siniestrado el lunes. La cola era inexistente. De hecho, sólo tuvo dos usuarias, algo lógico teniendo en cuenta que 36 de los viajeros habituales se vieron implicados en el accidente. Una de las dos mujeres, que vive en Talavera la Real, explica que ella coge este autobús casi todos los días, pero el lunes no lo hizo. Ahora, de las cuatro amigas que cada día la acompañaban una ha fallecido, otra está en la UCI y las otras dos heridas.

Cuando vio acercarse a fotógrafos y periodistas el conductor perdió los nervios y les reprendió: "El accidente no ha podido ser como habéis dicho". ¿Y cómo fue? "Pues no lo sé, pero así es imposible", replica. Dicho queda.