No se ven. Están en la sombra. Nadie percibe su presencia. Son tan rápidos como necesarios. Como un ninja . No tienen la visibilidad de un agente de la policía, de la Guardia Civil o de la Cruz Roja, pero no la necesitan. Cuando alguien los necesita, ahí están. Dispuestos a ayudar. Sin pedir nada a cambio. Son los voluntarios de Protección Civil, un cuerpo que camina de la mano de instituciones y cuerpos de seguridad. Curiosamente, si alguien pregunta por la labor de un voluntario, nadie sabe responder. Esto se debe a que atienden cualquier petición y cualquier servicio de ayuda, desde acompañar a una prueba deportiva hasta arriesgar su vida en un incendio. Es quizá este eclecticismo en cuanto a su tarea lo que provoca que la sociedad no sepa reconocerlos en un ámbito. En Extremadura, según los datos que maneja la Junta de Extremadura, 112 municipios cuentan con agrupaciones de Protección Civil (61 en Badajoz y 51 en Cáceres). El entramado es complejo, porque a su vez, algunas de estas agrupaciones están integradas en seis asociaciones, Avoproex, Aprociex, Valle del Ambroz, Valle del Jerte, Aeb rescate y Aprociveba.

En todas ellas se reparten más de un millar de voluntarios (756 en Badajoz y 341 en Cáceres). EL PERIODICO EXTREMADURA ha querido retratar la realidad de los responsables de que todo salga bien. Juan Francisco Gomato tiene 39 años y pertenece a la agrupación de Almendralejo. José María Rodríguez participó en la fundación de la de Don Benito hace un cuarto de siglo y Joaquina Fernández y Angel Carretero desempeñan su labor en la de Plasencia.

"Donde tú ves dolor, yo veo esfuerzo por consolarlo". Así comienza el lema que parafrasea el almendralejense Juan Francisco Gomato. Lo tiene interiorizado, lo recita de memoria. Al igual que sus compañeros, lleva en el voluntariado prácticamente toda su vida. "Siempre me he sentido identificado con la ayuda a los demás", asevera este diario. El comenzó en Cruz Roja, como José María Rodríguez de Don Benito, que asegura que desde pequeño sintió la necesidad de colaborar con colectivos de ayuda. El vecino de Vegas Altas es el responsable de Protección Civil en Extremadura para la Anav (Asociación nacional de Agrupaciones de Protección Civil).

Menos años pero el mismo interés comparten Angel Carretero y Joaquina Fernández, ambos de la asociación de Plasencia. El primero es coordinador de la sede placentina y es policía local de una ciudad que considera "tranquila y segura". La segunda es monitora de niños con discapacidad. Ambos contribuyen a la labor de Protección Civil desde hace algo más de un año. Cuando entró, a Carretero le sorprendía la dedicación plena de los voluntarios. "Yo no entendía cómo alguien venía sin cobrar y echaba tantas horas". Con el tiempo, ha asimilado ese compromiso y lo asume como suyo. "Me motiva el altruismo y compromiso personal de todos ellos. Cuando hay algún servicio, todos levantan la mano para ir, todos están dispuestos". Y es que si hay algo que forma parte del ADN del voluntariado es la entrega. " Tienes que tener un espíritu de servicio sin esperar nada más", apostilla Joaquina Fernández. Hace una semana, los cuatro perdieron a dos compañeros de Guadalupe y de Navalmoral en un accidente de tráfico. Todos los recuerdan en sus testimonios.

Pero si hay algo que les caracteriza es la fortaleza mental y moral. "Estamos hechos de otra pasta, mi madre me dice que si tengo horchata en las venas", asevera Juan Francisco. Y es que entre sus tareas a veces se encuentran situaciones difíciles. El de Almendralejo recuerda el impacto que sufrió con el accidente de los niños de Monterrubio o el triste suceso de los menores que se quemaron en Almendralejo hace algunos años. Joaquina recuerda el más reciente, el incendio de Gata que arrasó la sierra y en el que estuvieron apoyando a los bomberos, Guardia Civil y policía. "No todo el mundo vale", apunta José María Rodríguez, quien apostilla que "la motivación que tiene un voluntario no la tiene el personal que cobra". En este sentido, Juan Francisco manifiesta que el esta labor se está perdiendo porque todo el mundo "busca dinero". Más esperanza tienen los compañeros de Plasencia. Joaquina tiene dos hijos y uno de ellos ya le ha propuesto apuntarse al colectivo y Angel asevera que es raro el día que no acude alguien a la sede sino para apuntarse, para interesarse por su labor "desconocida hasta ahora por muchos". A pesar de esta invisibilidad, ellos están, y se sienten arropados, agradecen a las instituciones y a los ayuntamientos, y siguen ahí, esperando una llamada que los haga entrar en acción de nuevo.