La comarca cacereña de los Cuatro Lugares vivió su mayor apogeo durante la construcción de la presas sobre el Tajo y el Tiétar. Corrían los años 60 y fueron necesarios muchos obreros para levantarlas (hasta 4.000 entre 1959 y 1967).

Las presas las construyeron Hidroeléctrica Española y Agromán. Se crearon varios poblados. Uno permanente (donde residían los directivos y una vez acabada la obra lo haría el personal de explotación); y el provisional (para los obreros --tenían que tener una categoría mínima de oficial de 1ª). Agromán también tenía su poblado. Había varias residencias y barracones. Y a diario iban autocares con personal de los pueblos más cercanos.

Fue una obra muy ambiciosa para aquellos tiempos. Dos presas separadas por un estrecho farallón y con un canal de bombeo para comunicar las aguas del Tajo y el Tiétar y viceversa, y una única central hidroeléctrica. Los pocos medios de seguridad de la época, junto a que muchos obreros procedían del campo y no tenían experiencia, provocaron numerosos accidentes.

Muchos descendientes de los obreros de aquella faraónica obra no se resisten a juntarse para recordar sus vivencias. Con algunos de ellos hemos hablado. Recuerdan su estancia en ‘El Salto’. «Vivimos como 20 años adelantados a nuestra época. Pero también nos marcaron los numerosos accidentes que iban sucediendo, especialmente el desastre de Torrejón, ocurrido el 22 de octubre de 1965, en el que perdieron la vida más de 70 obreros. Fue el accidente laboral más grave de España».

--¿Por qué tenéis esta necesidad de reuniros si vuestros poblados ya no existen?

--Vivimos en ese lugar del 60 al 67. Unos trabajando, otros en su adolescencia y otros en su niñez. Eso marca mucho. Unas circunstancias comunes y excepcionales que nos gusta rememorar.

--¿Creéis que el desastre de Torrejón también os une?

--Sí. Nos marcó mucho. Unos porque perdieron a sus padres, otros porque siendo trabajadores tuvieron que recuperar a las víctimas (padres, hermanos, amigos) y todos por vivir momentos muy trágicos que se sucedieron durante mucho tiempo.

--¿Cómo ha sido la convivencia?

--Hemos estado 48 personas en la comida celebrada en ‘La Puerta de Monfragüe’. Está junto a la gravera de donde salió mucho material para la construcción de las presas, y el entorno es muy similar a los recuerdos que tenemos.

--¿Qué destacaríais?

--Ha sido muy especial porque ‘Los niños del Salto’ hemos solicitado permiso para acceder a los poblados. Tenemos que dar las gracias a los responsables del Parque de Monfragüe por hacernos posible este sueño. Además nos acompañó un guía con su todoterreno para dar soporte a la excursión.

--¿Tan importante era para vosotros?

--Sí, porque hemos tenido la posibilidad de pisar el solar de la capilla donde unos fueron bautizados, otros hicimos la comunión, otros contrajeron matrimonio; el patio de la escuela donde jugábamos --queda la pista de baloncesto--, las calles que recorríamos, el solar de nuestras casas, el cine, el bar, el botiquín, los barracones, las residencias, etc. Un montón de recuerdos.

--¿Solo acudís los niños?

--No. Bajo ese nombre englobamos a todos los que por un motivo u otro se siente unido al Salto. Acuden extrabajadores sobrevivientes a la tragedia, huérfanos y todo el que está interesado en nuestra historia.

--¿Qué momento es más emocionante?

--Acudir a nuestro monolito es visita obligada. Desde que lo tenemos hacemos una ofrenda floral en homenaje a «aquellos hombres». Es impresionante el listado de víctimas. No se puede describir lo que sentimos al ponernos delante de esa placa. Y saber que aún faltan más. Hemos recordado a los que han fallecido este año y dieron su testimonio en los diferentes documentales. También hemos leído un poema, ‘Los ángeles de Monfragüe’, de Eladio Sanjuán, poeta y extrabajador que nos ha creado diferentes poesías.

--¿Dónde está el monolito?

--En el solar de la capilla, muy cercano al lugar de los accidentes. Pero estamos tristes porque hemos solicitado una señal que indique el lugar donde está y nos ha sido denegada. Lo vivimos como otra injusticia más sobre la mayor de todas: el caso quedó sobreseído -ni siquiera juzgado-. Allí se perdieron muchas vidas y nadie pagó por eso.