Al principio había dudas, pero el contagio por aerosoles parece ya demostrado...

-Desde el principio de la pandemia la OMS resaltó mucho que la vía principal de contagio podría provenir por las partículas de saliva proyectadas al hablar o al toser. Y tras investigaciones de grupos de expertos y Agencias de Salud Pública de Europa y de EEUU, de gran prestigio, parece demostrado que la vía de contagio por aerosoles es significativa, aunque sería relevante determinar hasta qué punto unas vías pueden ser más determinantes que otras.

- ¿Qué son los aerosoles exactamente y cómo se comportan?

-Los aerosoles son dispersiones de partículas muy pequeñas (incluso de hasta menos de una micra de diámetro) que permanecen suspendidas en el aire durante un tiempo largo, de manera que pueden transportarse a varios metros de distancia. Lo vemos claramente con el humo, el aerosol más visible. Una persona fumando en una habitación genera un ambiente que permanece durante varias horas, pero lo estamos observando y oliendo.

-Pero no podemos evitarlos...

-Emitimos aerosoles al respirar, hablar, cantar, toser... La mascarilla previene esta vía de contagio, pero es súper importante que esté bien ajustada a la cara y tenga una capacidad de filtración suficiente para que no se nos puedan colar aerosoles, ni hacia el exterior ni hacia el interior.

-¿Se puede controlar la presencia de aerosoles en espacios cerrados?

-Hay tecnología para controlar la calidad del aire en un espacio interior reduciendo la concentración de aerosoles mediante filtración, pero puede ser cara y no está muy difundida. Ese control es habitual en espacios de trabajo delicados como quirófanos, pero en el contexto actual, donde toda la población está implicada hay que adoptar medidas de control para evitar la transmisión por aerosoles de forma sencilla y barata, como la ventilación.

-¿Un espacio interior puede ser peligroso aún con ventanas abiertas?

-Depende de la situación. Hay que tener en cuenta que un espacio interior en el que abrimos sólo una ventana o una puerta puede estar mal ventilado y ser peligroso en cuanto a riesgo de contagio por covid-19, porque necesitamos que haya una circulación de aire, un cierto número de renovaciones de aire en un periodo de tiempo. Esto se consigue mediante la apertura de ventanas y puertas enfrentadas. Vuelvo a la analogía del humo. Si fumas en una habitación con una ventana abierta el humo saldrá por esa ventana, pero si no hay circulación de aire ese proceso va a ser muy lento, es decir, que necesitamos establecer una corriente de aire, de esa manera ese aerosol que está acumulado en el interior se disperse rápidamente al exterior. Una vez dispersado disminuye casi totalmente el riesgo de contagio, ya que además el virus se inactiva con relativa rapidez al aire libre.

-¿Y ayudan los filtros HEPA? ¿Pueden sustituir a la ventilación?

-Los filtros HEPA garantizan una gran filtración de las partículas de aerosol, de manera que reducen muy notablemente la concentración de aerosoles en el aire ambiente. Es un apoyo interesante, lo que ocurre es que los dispositivos de calidad son especialmente caros y además hay que renovarlos porque se saturan. Por otra parte, para que actúen con suficiente rapidez y eficacia deben tener una superficie de filtración grande, proporcional al volumen del espacio en el que actúan, lo cual lleva asociado un consumo energético importante, porque tienen que impulsar todo el volumen de aire de la habitación a través de los filtros. La herramienta que tenemos a nuestra disposición, la más fácil y barata es sencillamente la ventilación, por lo tanto tenemos que adoptar protocolos para que en los sitios cerrados tengamos un sistema de ventilación del aire si puede ser natural, y si no forzado, pero que se garantice la renovación del aire.

-Con el frío, ¿cómo se pueden hacer más seguros los espacios interiores?

-Hay que actuar con juicio para combinar ventilación y comodidad para conseguir la situación más óptima. Hay que ventilar, pero igual no hace falta tener las ventanas permanentemente abiertas, se puede fijar un horario y mantener un régimen de ventilación razonable sin necesidad de someter a las personas a estrés térmico por el frío. Para eso necesitaríamos un indicador claro de cuál es el grado de ventilación y el más usual e inmediato de medir es el dióxido de carbono (CO2), un gas que emitimos en la respiración. En niveles normales en el aire, el CO2 está en torno a las 400 partes por millón (ppm) y en interiores pueden llegar a 500 o 600 ppm, se podría decir que el aire está bien ventilado y por lo tanto el riesgo de contagio por aerosoles en el caso de que alguna persona estuviera infectada por el virus, pues sería relativamente baja. Pero si se superan los 700 o 750 consideramos que en ese espacio no se está renovando el aire correctamente y deberíamos ventilar más ese espacio para conseguir que el CO2 baje, o sea que es un indicador inmediato del nivel de ventilación interior.

-¿Se puede medir fácilmente?

-Los medidores de CO2 son relativamente baratos, a partir de 150 o 200 euros, y bastante fiables. Están basados en espectroscopia infrarroja no dispersiva, que es la técnica que se recomienda para medir el dióxido de carbono en estos entornos. Además de esto, otro factor de seguridad es la densidad de personas, si se reducen y se separan hay una mayor dificultad para un contagio por aerosoles, y por supuesto, llevar mascarillas contribuye muchísimo a minimizar ese riesgo. Mantener un tono de voz bajo en una conversación también atenúa el riesgo.