Le dijeron que si engañaba a su hermana para que viniera desde Nigeria saldaría su deuda, 60.000 euros, y que dejaría de ser controlada para subir de estatus en la organización y pasar a ser controladora. Fue su peaje para salir de la parte más dura del infierno; a cambio tuvo que meter en él a su propia familia, la cual vivía con la esperanza de que Europa era la gran oportunidad, un lugar donde poder trabajar de limpiadora o camarera. Pero su hermana, al igual que ella, terminó siendo una esclava sexual en un club al que cada fin de semana acuden decenas de clientes. Ocurrió aquí, en Extremadura.

El caso de esta nigeriana es sólo uno más del oscuro y cruel mundo que se esconde detrás de los locales de carretera donde las asociaciones que trabajan para ayudar a estas mujeres gritan con desesperación que no se ejerce la prostitución, sino la explotación sexual.

La directora del Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEx), Elisa Barrientos, aseguró el pasado miércoles que es difícil dar una cifra exacta sobre el número de víctimas en la región de este turbio negocio que mueve mucho dinero (unos 18.000 millones anuales en España) y que casi siempre permanece en la clandestinidad. No obstante, aseguró que unas 2.000 mujeres sufren la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. La mayoría de ellas, unas 1.500 -sobre todo rumanas y brasileñas de entre 18 y 35 años-, son esclavizadas en los 49 clubs de carretera (24 en Badajoz y 25 en Cáceres) que funcionan en la comunidad.

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Los datos han sido facilitados por entidades como Apramp (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida) y Adhex (Asociación de Derechos Humanos de Extremadura), quienes conocen muy de cerca el problema y que siempre hablan como colectivo, sin dar nombres concretos de quienes luchan contra esta lacra, por motivos de seguridad, para evitar represalias.

Desde la Delegación del Gobierno aseguran que se llevan a cabo inspecciones trimestrales en los locales de carretera por parte del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil. No obstante, a lo largo de 2015 no hubo ningún detenido ni ningún atestado por trata, una realidad de la que habla claramente la directora del IMEx. "Extremadura no es un paraíso en este sentido, aquí ocurre lo mismo que en el resto de España. Y si no se detectan casos de esclavitud sexual y de trata, y sólo sale a la luz que hay mujeres en situación irregular en estos clubs, es que algo no se está haciendo bien", indican desde Adhex.

En todos ellos viven una media de entre 8 y 15 chicas de lunes a jueves, pero los fines de semana, cuando aumenta la demanda, puede haber hasta 20. "Las mujeres van rotando por los clubs, entre otras cosas, porque los clientes se aburren de ver siempre a las mismas", afirman desde Apramp.

Tienen entre 18 y 35 años, a veces hasta 45, aunque la mayoría son cada vez más jóvenes. El 80% viene del extranjero --Brasil (por la cercanía con Portugal, puesto que Extremadura se convierte en este sentido en un zona fronteriza de entrada y salida a Europa), Rumanía, Colombia, República Dominicana...-- y el otro 20% son españolas, un porcentaje que ha ido subiendo cuando la crisis empezó a mostrar su peor cara.

La vida dentro de estos locales se convierte en un auténtico infierno donde tener que prostituirse es el menor de los males, incluso aunque haya jornadas nocturnas de hasta 15 'pases', como los llaman. El miedo a las palizas y, sobre todo, la amenaza de la deuda, es lo más cruel. Ellas le deben una alta suma de dinero a la mafia por haberlas traído hasta allí. "La deuda es como una pescadilla que se muerde la cola porque en el club las mujeres han de pagar por absolutamente todo, lo que supone una media de 50 euros al día. Se les cobra por dormir, por comer, por ir a la peluquería, por ir al gimnasio... Porque estos servicios existen en estos locales, porque las mujeres tienen que estar bonitas para los clientes...", denuncia Apramp.

Y añaden: "Además, tienen que pagar multas por cada regla que infrinjan: si bajan tarde al salón, si no quieren atender a un cliente, porque hay algunos que se niega a usar preservativo, si están con la regla y no quieren 'trabajar'... Normalmente cuando tienen el periodo es cuando las cambian de local para aprovechar esos días para el traslado".

El IMEx dispone desde el pasado año de un Protocolo contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual en el que se recoge, entre otros asuntos, la manera de captar a estas mujeres para convertirlas en esclavas. Las víctimas son engañadas con falsas promesas de trabajo a través de personas cercanas o de una red de trata, a través de las nuevas tecnologías (agencias de cita o de búsqueda empleo) o con anuncios falsos en prensa (modelos, bailarinas, servicio doméstico, azafatas, personal de hostelería y becas de estudio...). Existe igualmente el secuestro, rapto y venta, de manera que ellas han de pagar por su 'libertad'.

Desde Apramp ponen un ejemplo: "En Brasil la economía ha estado emergente, pero ahora se ha hundido otra vez y hay mucha necesidad. Allí no es como aquí que las mujeres primero estudian, se preparan y luego tienen hijos; allí con 15 o 16 años ya son madres. Les dicen: 'Mira vente a España que en seis meses vas a ganar dinero suficiente para comprar una 'chabolita'. Les dan una supuesta salida a sus problemas económicos. Y se lo está ofreciendo gente muy cercana. Porque se usa a las mujeres de la propia familia como gancho para el engaño. Imagina la presión a la que están sometidas para meter en esto a su hermana, su prima, su vecina...".

Ninguna sabe a lo que realmente viene. Aunque algunas tengan sospechas o incluso acepten ser 'señoritas de compañía' de forma puntual; hasta que no llegan al aeropuerto, les quitan la documentación y las introducen en el club, no son conscientes de lo que les espera: la esclavitud sexual. "Y si la mujer tiene un carácter fuerte, al final la doblegan a base de palizas y amenazas con hacerle daño a sus hijos".

Desde Apramp son tajantes con respecto a la responsabilidad que tienen los clientes: "Desde el momento que un hombre cruza la puerta de un club, está ejerciendo la violencia, porque que lo hay allí son mujeres vulnerables y con una indefensión total. Es aprovecharte de la situación de esclavitud de un ser humano".

En este sentido, tanto esta asociación como Adhex resaltan que la clientela es cada vez más joven y que se toma la prostitución como una forma de ocio más. "Si hay un cumpleaños, una despedida de soltero o gana el equipo favorito, hay más demanda". Otro dato que destacan es que un alto porcentaje tiene pareja fija.

Quienes trabajan día a día con esta dura realidad tienen claro que estas mujeres necesitan recursos que no existen para salir de un mundo que nunca es una opción. "Hay que sacar todo esto a luz para que sepa lo que sufren, porque la mayoría de las víctimas de trata y explotación sexual no sabe que lo son".

En la asociación Apramp expresan que les duele cuando oyen decir que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. "No es un trabajo, es una esclavitud, la del siglo XXI".

Y una vulneración de los derechos humanos. Y una de las peores formas de ejercer la violencia de género.