Yolanda Millán es arquitecta técnica. Trabajaba en Azuaga, pero hace unos años se quedó en paro. Su marido es ganadero y juntos decidieron emprender y buscar salida en el agroturismo. Su idea inicial era abrir al público su explotación ganadera durante todo el día y montar una cafetería para hacer las visitas más amenas. Pero el primer proyecto se vino abajo por la falta de subvención, el tiempo de espera y el inicio de la crisis. "Las cosas cambiaron con el tiempo y el proyecto tuvimos que modificarlo también", explica.

Hubo que prescindir de una gran inversión, pero no de la ilusión. "Poco a poco hemos ido adaptando nosotros las instalaciones, pero nada de cafetería", cuenta Yolanda, que gestiona desde hace dos años la Granja Los Linares, que recibe principalmente la visita de colegios. Hay cabras, gallinas, conejos, patos, cerdos... Ahora solo funcionan previa cita con los centros escolares. "Lo intentamos con particulares, pero no funciona, porque la gente sigue prefiriendo ir de visita a un centro comercial que al campo", cuenta. Aunque el negocio es escaso, Yolanda sigue con su proyecto porque "lo que hago me apasiona. Sería un buen complemento para la ganadería sí se ganara dinero pero no es así". Dice que quizás sea por la ubicación de su granja o porque falta más publicidad y unión en este sector, pero el agroturismo sigue sin tener mucho tirón en la región.

No obstante, "nosotros seguimos apostando por ello porque disfrutamos. A pesar de que vivimos en una región tan rural, pocos son los niños que nos visitan y no alucinan mirando a un conejo de frente, tocando un caballo o en el huerto". La granja ha creado también un club de hípica que está teniendo más aceptación de la que esperaba. "Esto es un trabajo chulísimo".