Isabel Crespo, madre de uno de los soldados de la base de Bótoa que permanecerá en el sureste del Líbano durante los próximos cuatro meses no podía contener la emoción al hablar ayer de la marcha de su hijo a este país. Aseguraba que su partida le daba mucho miedo", aunque reconocía que él "está muy contento y lo tenemos que aceptar". A pesar de que minutos antes el general Casimiro Sanjuán había transmitido en su discurso un mensaje tranquilizador a las familias sobre la zona del Líbano en la que el contingente extremeño desarrollará su labor, Isabel Crespo no encontraba consuelo a sus temores. "Aún no se ha ido y ya estoy deseando que vuelva". Verónica Blanco, hermana del soldado, se mostraba más serena que su madre. Aunque es la primera vez que su hermano viajará a una misión al extranjero, afirmaba que no tenía miedo porque era su trabajo. "Eso corresponde más a los padres", decía con una sonrisa mientras miraba a su hermano.