Salvador Martín, agricultor de Barquilla de Pinares --una pedanía de Talayuela con unos 400 habitantes--, decicidió hace ocho años comenzar a plantar frutales "viendo lo que podía ocurrir con el tabaco". Hoy ya tiene cinco hectáreas dedicadas a la producción de melocotón y nectarina. Eso sí, sigue siendo tabaquero, con otras cinco hectáreas dedicadas a este cultivo, al menos de momento.

"¿Que qué tal me va? Pues regular. Los frutales tampoco solucionan demasiado. Los beneficios que da el tabaco son muy pocos y los de las frutas no son mucho mayores. El principal problema está en los costes de producción, que son muy altos: solo hay que ver cómo está de caro el gasoil, la electricidad, los abonos, los fitosanitarios...", explica en la puerta de su casa.

En este sector también se ha topado con el problema añadido de la comercialización, "porque te tienes que buscar la vida tú solo", y el de los bajos precios que percibe por sus melocotones y nectarinas: "Vas al mercado y te cuesta tres euros el kilo, pero a nosotros nos lo pagan a 50 o 60 céntimos, que es prácticamente lo que nos vale producirlo".

También existe un condicionante climatológico, ya que, debido a las bajas temperaturas que se dan en el norte de Extremadura en determinadas fechas del año, "hay que conseguir variedades muy concretas que florezcan tarde para poder evitar las fuertes heladas. No todo vale".

Salvador es pesimista sobre el futuro del tabaco, en concreto, y el de la agricultura, en general. Si el actual sistema de ayudas al tabaco no se prorroga al menos hasta el 2013, duda que en los próximos años vaya a seguir cultivándolo. "Continuaré solamente con los frutales", asegura siempre recordando que ésta no es una alternativa que pueda suplir al tabaco ni por la que debieran de aptar demasiados tabaqueros: "porque te cargarías el mercado frutícola extremeño, no solo aquí, sino que supondría un gran daño a los productores de Badajoz".