Su padre era un catedrático de latín conservador y religioso al que todo lo que iba más allá de Virgilio y Cicerón le interesaba más bien poco. Su madre tenía más inquietudes lectoras, pero sus convicciones ideológicas eran tan férreas como las del padre. Sin embargo, el hijo salió rana. O sea, rojo, marxista, de izquierdas, troskista y todos esos apellidos que tan escandalosos sonaban en la década de los 60 y tan anticuados parecen en el siglo XXI.

El hijo se llama Francisco Muñoz Ramírez y lleva cerca de una década responsabilizándose de la política cultural de Extremadura. Ya en la época de Franco se notaban en él y en su pandilla de amigos ciertas inquietudes que iban más allá de ligar y jugar al fútbol. Por ejemplo, aquella buhardilla alquilada en Badajoz donde escondían a desertores portugueses que escapaban de una dictadura que los obligaba a hacer cinco años de mili en Mozambique.

En el instituto Zurbarán, Francisco Muñoz y sus colegas encontraban un espacio de libertad mimado por su director, Enrique Segura Covarsí, un profesor forjado en la Institución Libre de Enseñanza. Y para rematar una adolescencia lírica y liberadora, el futuro consejero estudiaría lo que él llama dos cosas inútiles: Filosofía pura y Filología Hispánica. Con ese bagaje accedió a una plaza de funcionario de la diputación, donde dirigió el área de Cultura. Gestionó después el teatro López de Ayala y acabó al frente de la consejería de Cultura.

Badajoz... La frontera, la muralla, las guerras, la ciudad...

-- En Badajoz aún no se ha superado el tema de la guerra civil. Forma parte de un mito, de una leyenda muy en la conciencia de la gente. Es eso que decía Mediero de que en Badajoz siempre han abundado los regueros de sangre. Eso forma parte de la identidad de las personas y de los pueblos. Hay dos palabras negativas que tienen que ver con Badajoz: desmotivación y desvertebración. En barrios tan populares como San Roque o la Estación, los vecinos dicen: Vamos a Badajoz. Pero junto a eso, es una ciudad muy dinámica con muchísimas posibilidades. La identidad, la vertebración, la motivación y la autoestima le darían un gran impulso.

GRABANDO EN HERVAS

En Badajoz, en Cáceres, en Mérida, en Plasencia... Por una lado, la política cultural de la Junta apunta a la vanguardia y la excelencia, pero no parece claro que la sociedad responda llenando Foro Sur, el Meiac, los conciertos de la Oex.

-- En arte hemos apostado por la vanguardia y la contemporaneidad. Había que construir referentes que interesaran a todos los extremeños. Creo que la Orquesta interesa a toda Extremadura y sólo hay que ir a sus conciertos en los pueblos, donde la acogen como suya propia. La Oex va a grabar su primer disco en una iglesia de Hervás que tiene una acústica formidable. Además hemos encontrado un director capacitado y abierto. Después está la filmoteca... Queremos sacar el cine a la plaza de san Jorge en verano. O iluminados como Vostell, que llega en los 60 a conocer a Zurbarán, se enamora de la extremeña Mercedes, que por las fotos de la época tenía tanto morbo como Gala, la mujer de Dalí, y se queda enganchado de Extremadura, de los Barruecos y diseña un proyecto que aún no ha concluido.

Pero el Festival de Mérida parece haber perdido atractivo, quizás por los precios, para los propios extremeños: mucho prestigio, pero menos tirón popular en la región.

-- En estos años hemos procurado darle una proyección. Las localidades se han vendido en El Corte Inglés, que es de lo poco que nos queda a los españoles de identidad, y eso ha significado que un 50 % del público proceda de fuera de la región. Efectivamente hay que corregir lo de los precios un poco caros. No es que le hayamos tirado de las orejas al director, pero hay que tener una consideración con el público de Mérida y de Extremadura y poner un Día del Espectador con entradas más económicas.

Un público que tiene su gracia cargando con tortillas.

-- En Badajoz hay unos cines culturales , Avenida, a los que voy.