...no para confundir, y eso es lo que creo que está pasando en la gastronomía. Le damos nombres a lo que no son. ¿Tan difícil es darle un nombre a un plato? Posiblemente lo más fácil es denominarlo con un nombre que ya está contrastado por la tradición, aunque lo que nos guste sea lo nuevo, pero en cosas de nominaciones siempre recurrimos a lo antiguo.

Este plato se parece en algo a uno que ya existe, pues bien, le colocamos el antiguo y ya está el lío en el comensal. Pues piensa que va a esperar un plato y aparece otro. Y esto es más frecuente de lo que pensamos, y todo ello deriva que la imaginación se gasta todo en emplatar y hacer una elaboración más o menos sofisticada y a la hora de ponerle el nombre, ya se ha gastado la imaginación.

Y todo esto por un sucedido, como diría un amigo, que me ha pasado este fin de semana: nos sentamos varios amigos en un restaurante y uno de ellos que conocía el sitio me recomendó que probara la mazamorra y accedí. Y ahí estuvo el problema que desde la descripción que hacía la carta del origen del plato hasta el plato en sí todo era un engaño gastronómico. La mazamorra que me sirvieron era un gazpacho blanco de almendras, o mejor dicho, una crema fluida de pan, almendras, aceite, sal y vinagre. Y además decía que era de origen árabe. La mazamorra era una gacha que se hacía con las galletas de pan que llevaban los emigrantes españoles al Nuevo Mundo y su elaboración era a base de las galletas desmenuzadas, agua, vinagre o agraz, grasa de cerdo y sal. Y en el caso de que se quisiera aumentar la ración se hacía algo más líquida con agua y se llamaba calandraca. Y eso no era lo que me pusieron de plato, nada tenía que ver.

XPERO AHIx no acabó la cosa. Nos trajeron unos platos de carpaccio de melón con virutas de jamón, y un carpaccio de remolacha con vieiras. Si Vittore Carpaccio levantare la cabeza se quedaría escandalizado. Por qué no llamamos a estas elaboraciones "finas rodajas" pues nada tiene que ver con el carpaccio, pero ahora a todo lo que se corta en finas láminas se le llama carpaccio como si no existiera en español palabra alguna para calificar tal elaboración.

Así es esta gastronomía que nos ha tocado, tenemos imaginación para las elaboraciones pero a la hora de darle un nombre recurrimos a la tradición y como es frecuente erramos. Posiblemente esto se evitaba con más conocimiento de la historia de la gastronomía, que creo que falta y mucho.