"Nosotros ni españoles ni portugueses, somos barranqueños", bromea Antonio Tereno, alcalde de Barrancos, quien subraya "que la identidad cultural de este pueblo es muy distinta de la del resto de Portugal".Ubicada en el distrito de Beja, en la región del Alentejo, Barrancos cuenta con alrededor de 1.800 habitantes. Limita al norte y al este con los municipios extremeños de Oliva de la Frontera y Valencia del Mombuey y el onubense de Encinasola. Entre las numerosas peculiaridades de este pueblo está el dialecto barranqueño que hablan sus habitantes, muy influido por el habla extremeña y andaluza. Esto no impide que muchos de ellos dominen, además, el español. "Aquí el que no habla español, no es barranqueño", asegura Antonio Durao, concejal del ayuntamiento.El pueblo fue donado por Alfonso X el Sabio a Alfonso III de Portugal tras casarse este último con su hija ilegítima Beatriz de Castilla. Posteriormente fue alternando periodos bajo soberanía española y portuguesa. "Aquí nunca existió una presencia muy efectiva de Portugal ni de España. Los administradores del municipio eran quienes realmente mandaban", señala Antonio Tereno.Barrancos es el único pueblo portugués en dos cosas. En primer lugar, en contar con una denominación de origen jamonera --la del 'presunto' de Barrancos, "el mejor jamón...., no voy a decir del mundo, porque también vosotros tenéis uno muy bueno", presume Tereno--. La segunda peculiaridad es que solo allí se puede dar muerte a los toros durante las corridas, algo prohibido en el resto de Portugal. Esta singularidad ya está reconocida por ley, aunque no ha sido fácil conseguirlo: "Fue una lucha tremenda de 1999 al 2002 pero hemos ganado. Cuando un pueblo se vuelca defendiendo su identidad, gana siempre".