El olivar extremeño cierra una campaña histórica por el volumen de aceituna procesada y el incremento del precio y, en el lado negativo, por los robos que durante los últimos cuatro meses han amenazado y enconado a los productores. El año oleícola termina en la región con 325.000 toneladas de aceituna recolectada y 65.184,76 toneladas de aceite el que casi se duplica al año anterior. Es una cifra histórica, acompañada por un precio que se ha incrementado un 60% este año y que ya al inicio de temporada hacía a los agricultores tener buenas perspectivas.

La proliferación de robos y los enfrentamientos en las producciones fueron tiñendo los buenos augurios por la desazón, en una temporada que a pesar de todo se cerrará con una de las mejores cosechas que se recuerdan (se desarrollará hasta finales de este mes pero desde las organizaciones agrarias estiman que el incremento a estas alturas puede ser mínimo y dan por válida esa cifra).

"Ha sido un buen año en cosecha y unos precios aceptables, por lo que se prevé que sea una campaña de recuperación para el aceite, sin entrar en el tema de los robos", afirma Antonio Prieto, secretario de Ganadería y Olivar de UPA-UCE. Es la mejor cifra de los últimos años en los que las campañas habían rondado las 50.000 toneladas.

Los datos de este año se han visto beneficiados por una climatología generosa (con poca humedad y sin enfermedades que dañen el fruto), pero también por los resultados de las plantaciones intensivas y superintensivas que comenzaron a verse hace una década y que empiezan a tener una mayor presencia en la región. Aunque aún no haya una cantidad excesiva (las hectáreas de superintensivo aún suponen un 3% y las de intensivo un 25%) el hecho de que estén presentes permite que en pocas hectáreas se pueda multiplicar el rendimiento: en una hectárea de cultivo tradicional puede haber 100 olivos, unos 400 en el intensivo y casi 2.000 en el superintensivo, donde la producción puede superar las 13.000 toneladas. "No son olivos como los conocemos, sino frutales de aceite que hay que tener muy en cuenta en el futuro", resume Prieto.

SATURAR Para Asaja la recolección se ha visto beneficiada por la climatología "que ha permitido que se trabaje con rapidez", dice Juan Metidieri, que considera que la expansión de los cultivos intensivo y superintensivo podría acabar perjudicando al sector. "Si se dispara la producción se puede llegar a saturar el mercado ", señala el presidente del colectivo.

Los nuevos cultivos se han visto además beneficiados por los ciclos del olivar: "cada pocos años el olivar hace una cosecha espectacular y este ha sido ese año", dice Juan Pérez Ayuso, presidente sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agroalimentarias de Extremadura. Todos los olivos --intensivo, superintensivo, riego o secano-- han tenido una cosecha muy por encima de lo habitual.

La superficie del olivar extremeño supera las 272.000 hectáreas, según la encuesta de superficies del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente (Magrama). Las explotaciones de secano son la mayoría (228.000 hectáreas) pero hay casi 45.000 hectáreas de regadío en la que la reconversión sería posible.

"Con estos precios y estas campañas habrá otro montón de hectáreas más de intensivo y superintensivo en la próxima campaña", asegura Pérez Ayuso. Aunque se requiere una inversión "importante", la entrada en producción es mucho más rápida que con el olivar tradicional (tres años frente a 20 que supondría en el convencional). "Se rentabiliza rápido porque en tres o cuatro años la producción ya es de 12.000 o 14.000 kilos por hectáreas", dice. Así las cosas, apunta que "quien tenga agua y posibilidades, reconvertirá, y quien no reconvierta, terminará quedándose en la cuneta".