Durante los últimos 30 años la caza menor ha ido desapareciendo progresivamente y con ella cotos y sociedades gestoras. Conscientes de este hecho, distintas asociaciones a nivel nacional se han constituido en un grupo operativo denominado Agrohabitat, cuyo proyecto se encuentra en vísperas de ser aprobado.

La iniciativa pretende tener un impacto real en el ecosistema de la región y repercutir en la recuperación de las especies amenazadas por su deterioro, con el objetivo último de recuperar los niveles de captura en temporadas de caza menor.

Una vez confirmado por el Ministerio de Agricultura, el programa a aplicar contaría con un presupuesto de hasta 600.000 euros y un plazo de 2 años para la ejecución de medidas tales como el cultivo floral en las márgenes de las explotaciones agrícolas que impulsen poblaciones de distintos insectos (bien como parte de la alimentación de crías de codorniz y perdiz, bien como ayuda para reducir la plaga del pulgón por los sírfidos o las mariquitas). También, el uso diversificado de semillas casi desaparecidas que sirvan de alimento a especies como la tórtola, que en el último cuarto de siglo ha visto reducida su población en más de un 25% a causa del deterioro del hábitat, según datos de seguimiento de SEO BirdLife. Estas prácticas agrícolas se aplican ya de manera normalizada en otros países de Europa como Reino Unido, e incluso forman parte de los programas que integran la Política Agraria Común.

En cuanto a especies como el conejo, las medidas propuestas por Agrohabitat están orientadas a reducir la práctica de la translocación. Esto consiste en trasladar de un conejar a otro a las poblaciones, lo que además de ser una medida ineficaz supone un coste económico muy elevado.