«La Lysteria monocytogenes es una bacteria que se encuentra muy presente en la naturaleza, tanto en la tierra como en el agua, donde entra en contacto con vegetales y animales, y cuando se hacen controles sistemáticos de productos e instalaciones de toda la cadena alimentaria como se hacen en Extremadura, encontrarla en algunas de las muestras que se analizan es completamente normal. Lo importante es detectarla a tiempo, antes de que un producto que pueda estar contaminado llegue al consumidor», explican desde la Dirección General de Salud Pública del Servicio Extremeño de Salud (SES). Y eso, pillarla a tiempo, es lo que suele suceder habitualmene en Extremadura.

«El año pasado se tomaron en total 3.273 muestras en industrias y minoristas. Para la detección de Listeria se hicieron 429 análisis, de los cuales tan solo ocho dieron positivo, una cifra inferior a la de los años anteriores». Además, explican desde el SES que ninguno de esos ocho positivos se detectó en productos alimentarios al alcance del consumidor, «sino en las instalaciones de las industrias, en superficies y utensilios para la manipulación de esos productos, por lo que no hubo que lanzar una alerta alimentaria, ni retirar producto alguno del mercado. En estos casos, la inspección impone de manera inmediata medidas correctoras al establecimiento y se vuelve a muestrear para ver si han sido efectivas dichas medidas», explican.

Esos controles que se realizan periódicamente en Extremadura son precisamente los que pueden llegar a evitar situaciones como la vivida este verano en Andalucía, donde el brote de listerioris detectado en la carne mechada de la empresa Magrudis ha causado la mayor intoxicación por esta bacteria en España. Allí la situación llegó a transformarse en alerta sanitaria nacional e incluso se registraron varios afectados en Extremadura.

Un sistema en red

De dar la voz de alarma se encarga la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y de la Nutrición (Aesan), que funciona en red con el conjunto de las autonomías. «La Aesan recoge toda la información relativa a las notificaciones de la red de alertas que afectan a nuestro país, incluyendo una descripción detallada de los productos involucrados, los peligros detectados y el origen de los alimentos incluidos en las notificaciones. Si nuestra comunidad autónoma está afectada por la alerta se comunica inmediatamente a las Direcciones de Salud de las Áreas Sanitarias y se realiza la búsqueda activa del producto o establecimientos implicados en la alerta. Los resultados de esa búsqueda son comunicados a los servicios centrales del SES y la información recabada se comunica a la Aesan», explican.

Y en la mayor parte de esas alertas declaradas fuera y dentro de la comunidad (van 29 alertas en los primeros nueve meses de este año y fueron 50 durante 2018) están principalmente implicados alimentos de origen animal listos para el consumo: carnes, lácteos y productos del mar. «Los principales microorganismos implicados en las alertas son Salmonella, Listeria monocytogenes y virus. También existen alertas por aflatoxinas en frutos secos», especifican desde la Dirección General de Salud Pública. «Gran parte de las alertas (28%) son como consecuencia de defectos de etiquetado», añaden.

Sanciones y clausuras

Por eso en las inspecciones no se busca solo listeria. Durante el año pasado, los equipos del SES realizaron casi 24.200 controles tanto en industrias alimentarias como en establecimientos minoristas -«un control puede estar compuesto de una o de varias visitas de inspección». A raíz de estas inspecciones, la administración abrió 404 expedientes sancionadores de los cuales se impusieron finalmente sanciones a 337 establecimientos extremeños y se clausuraron temporalmente 13 establecimientos por deficiencias higiénico-sanitarias.

Del control alimentario se encargan en Extremadura 220 veterinarios y 140 farmacéuticos, más los facultativos de las áreas sanitarias que coordinan el trabajo de esos profesionales y también de los servicios centrales del SES, que programan y analizan los datos resultantes de todos los controles que se llevan a cabo en la comunidad.

Pero el control de los alimentos no depende solo de la administración, esta se encarga de vigilar e inspeccionar, pero el peso de la responsabilidad es de las propias empresas y locales que son los que elaboran y ponen un producto en el mercado. Ellos también deben hacer sus propios controles: tienen que ser los primeros interesados.