"Un café con leche, por favor". Este gesto repite el cliente día sí y día también en cada bar de Extremadura. Acto seguido, el camarero sirve la taza al gusto de calor --ahora con vaso con hielo--. La cuestión se complica si esa comanda va seguida de la coletilla cada vez más habitual, "pero que lleve leche sin lactosa". Igual recorrido tienen los productos sin gluten para celíacos o libres de alérgenos o trazas para los que no pueden llevarse a la boca cualquier alimento porque pone en riesgo su salud. Tanto Cáceres como Badajoz cuentan con los dedos de las manos los bares y restaurantes que asumen a los intolerantes o alérgicos entre sus consumidores habituales.

En ese sentido, María Victoria Gil, presidenta de la Asociación Extremeña de Alérgicos a los Alimentos (Aexaal), reitera esta reivindicación y va un paso más allá. La responsable del colectivo que vela por los derechos de los alérgicos extremeños critica la pasividad de los espacios para adaptar sus cartas. Aunque la normativa europea que obligaba a los restaurantes a incorporar en su carta los alérgenos de sus productos entró en vigor en 2011, la mayoría de los espacios para comer se acoge aún al proceso de adaptación de los menús cinco años después, según pone de manifiesto la responsable del colectivo.

Coffee Bakery es uno de los pocos establecimientos de Cáceres que rompe el molde e incluye productos adaptados. En ese sentido, la responsable asevera que la "demanda es cada vez más frecuente".

Precios "por las nubes"

La cafetería cacereña incluye bebidas y dulces para alérgicos desde hace meses. "Me fastidiaría no poder atender bien a un cliente", apunta. A esa parsimonia de los establecimientos por adaptar sus cartas hay que sumar otro factor que imposibilita cambios a corto plazo: el elevado coste de la materia prima. En ese sentido, la responsable de Coffee Bakery arguye que el precio que paga por los productos adaptados comprados al por mayor supera la media. Aunque ella no suma un complemento a sus precios, Aexaal denuncia que hay locales que si lo hacen para compensar los gastos. La negociación para equilibrar los precios se convierte en prioridad para los colectivos, apunta Gil. Es el primer paso del cambio.