Hace dos meses se paró todo. El inicio de la crisis sanitaria y el estado de alarma que obligó a confinar en sus hogares al país entero puso en pausa los planes previstos y obligó a suspender los viajes que muchos tenían proyectados para la primavera. Las ciudades, en silencio, vieron cómo la vida se esfumaba de sus calles, y con esa vida cotidiana también lo hizo el turismo, uno de los pilares de este país y de la región extremeña. Los visitantes, de los que tanto se nutre Extremadura, se redujeron a cero. Y si no hay visitas, la actividad en el sector también se reduce a cero.

En cuestión de días, una oleada de cancelaciones asoló los negocios turísticos de toda la geografía extremeña. Cierto es que durante el periodo de confinamiento, multitud de alojamientos, entre ellos los apartamentos turísticos, han mantenido relativa actividad para ofrecer sus servicios a los sanitarios y permitir que pudieran alojarse sin coste con el fin de que no tuvieran que regresar a sus casas y evitar así los riesgos de contagios. Pero ya, con el avance de la región hacia la desescalada y la disminución de casos, parece que el sector vuelve a reactivarse. De hecho, según confirma la Junta, en esta primera fase 321 establecimientos turísticos han comunicado ya su reapertura, de ellos, 26 apartamentos turísticos y albergues, que avanzan hacia la ansiada nueva normalidad aunque aún de forma tímida. «Estamos a las puertas del verano y en otros años en esta época la intención de viajar supera el 75%, ahora no llega ni al 10%», sostiene María Eugenia Flores, portavoz del colectivo de apartamentos turísticos de Cáceres. En cualquier caso, pone de relieve que en las últimas semanas y con la entrada en la fase 1 ya se ha empezado a vislumbrar cierta reactivación del sector pero insiste en que aún es «lenta y prudente». «La búsqueda de reservas en el entorno en Cáceres es bastante baja en cuanto a apartamentos, hay ya alguna reserva suelta para julio pero condicionada», anota.

La misma situación se vive en Plasencia, una de las zonas más próximas al norte de la región y más demandadas por el turismo nacional. El responsable de la asociación de alojamientos turísticos (Altup), Teófilo Magdaleno, desglosa el balance por semanas. En su caso, ha mantenido la actividad durante el confinamiento para alojar a trabajadores y sostiene que del 11 al 17 de mayo, la primera de la fase 1, abrieron cinco negocios y debido a las limitaciones de movilidad entre provincias, las reservas han estado orientadas precisamente a empleados y sanitarios. Han alojado a unos 30, 5 sanitarios. En esta última semana, del 18 al 24, la cifra se ha duplicado a 69 pero aún así sostiene que «es complicado mantener el negocio». «Tenemos 57 plazas en apartamentos y 237 en total y no se cubre ni un 20%». No obstante, asegura que en estos últimos días si han recibido varias consultas y tres reservas para agosto y una en septiembre.

Menos alentadora es la realidad en Mérida, pendiente de la decisión sobre el futuro del festival de teatro este año, una cita que nutre de visitantes la capital extremeña en los meses de verano. «Está muy parado, estamos esperando a que suene el teléfono, nos hemos movido través de Facebook para despertar a través de la web pero al final estás supeditado a la movilidad, normalmente desde que empieza el teatro estamos completos, ya tendríamos reservado todo el mes de julio y las fechas de las obras más importantes», lamenta.

Turismo de reencuentro

Más allá de las zonas urbanas, el sector que ha generado mayor interés para los viajeros es el de los alojamientos rurales. En el caso de los apartamentos turísticos en zonas alejadas de las ciudades, la presidenta de la Federación Extremeña de Turismo Rural (Fextur) Victoria Bazaga, ratifica la tendencia creciente y asegura que en las últimas semanas han recibido más consultas y solicitudes de reserva.

Paradójicamente, el perfil más común de estas consultas contrasta con la dinámica en la que la mayor parte de los turistas procede de fuera de la región y se trata de un cliente de cercanía y en gran medida, de núcleos familiares que buscan un reencuentro tras los dos meses de confinamiento. «La demanda sigue siendo escasa, pero está un poquito por encima, quizá haya más interés debido a esa necesidad de volver a la naturaleza».

Coinciden, en cualquier caso, tanto alojamientos urbanos como rurales en que la recuperación del sector será lenta. «Somos conscientes de que va a tardar», anota Jesús Masa, que añade que el aumento de movilidad en las próximas fases y la pérdida del temor a viajar serán cruciales. «Si la pandemia evoluciona bien y no hay rebrotes, creemos habrá una recuperación en otoño, habrá mucha gente que este verano no se mueva por miedo pero intentarán hacer escapadas más tarde», suscribe María Eugenia Flores.

Mientras tanto, la Junta ya ha puesto en marcha un plan de reactivación del turismo y los empresarios piden actuaciones urgentes para sostener al sector esta temporada. Plantean, en ese caso, medidas como las reducciones del IVA al 4%, según apunta Teófilo Magdaleno. «Es una forma de intentar que los alojamientos no cierren y los que estamos abiertos podamos aguantar el tirón, hemos sido valientes pero la administración tiene que responder».