Ya habían anunciado que mucho tenía que llover para que la Pasión Viviente de Oliva de la Frontera, que este año ha cumplido su 38 edición, se suspendiese. Mucho llovió, pero también escampó lo suficiente como para no desanimar a los cientos de oliveros que participan en esta representación que se desarrolla el Domingo de Ramos y el Jueves y Viernes Santo.

La noche del Jueves Santo el mal tiempo dio una tregua. La tarde estuvo limpia y los escenarios de la Santa Cena en la escalinata de la iglesia de San Marcos, el juicio ante Caifás en el ayuntamiento y la Oración en el Huerto en la plaza de España pudieron montarse sin problemas. Decenas de extras, de todas las edades, se ataviaron con su traje de pueblo para crear ambiente en el paseo de las Palmeras, donde los mercaderes cenaban al tiempo que Judas traicionaba a su maestro.

Pero el Viernes Santo amaneció lloviendo. A las siete de la mañana estaban citados los que se encargan de montar los escenarios. El agua no dejó de caer, suavemente, y remitió a la hora prevista de comienzo. Pilatos llegó en su cuadriga a su palacio, en la iglesia de San Marcos. El mercado cobró vida y Herodes se burló de Cristo amparado por su corte. Solo se hubiese suspendido su hubiese caído un chaparrón, para proteger la megafonía. José Manuel Gómez Mesa, que interpreta a Jesús, estaba dispuesto a hacer solo el camino al Calvario, porque no hace falta sonido. Pero todo se hizo como estaba anunciado. Fue crucificado en el atrio de la Virgen de Gracia. Según los visitantes, la lluvia incluso aportó más emoción a las escenas.