En la oscura y lluviosa noche del 12 de diciembre de 1945, El Ino y otro camarada se acercaron a Roturas de Cabañas a abastecerse de víveres, pero ninguno de los dos alcanzó su objetivo. Ambos cayeron en una emboscada propiciada por la información facilitada a la Guardia Civil por un desertor. El resultado de la celada fue la muerte de El Ino de un disparo en el pecho y la de un miembro de la Benemérita.

"El enfrentamiento con la Guardia Civil se produjo en una finca de Roturas de Cabañas, denominada La Artijuela, en cuya puerta, todavía se puede apreciar una hilera de orificios provocados por los disparos", relata Angel Serrano, nieto del fallecido.

La desgracia de Victorino Pereda Ortega, alias ´El Ino´, y su familia no acabó con su fallecimiento, sino que, las autoridades de la época, como muestra de poder y con el ánimo de humillar al muerto, decidieron enterrarlo bajo la puerta del viejo cementerio de Roturas para, así, ser pisado por todo aquel que entrara al camposanto.

Sin notificar

Jamás se le notificó su muerte a ningún familiar, ni tampoco el lugar de su reposo, que fue celosamente guardado. El Ino falleció dejando en este mundo a dos pequeños hijos, quienes afrontarían un nuevo golpe: el encarcelamiento de su madre por colaborar con el maqui. "Mi abuelo fue enterrado el 14 de noviembre mediante un entierro de pobre como aparece citado en el ´Libro de los muertos´, justo a la entrada del cementerio viejo de Roturas, para que todo el mundo pudiese pisar la tumba del rojo", comenta el nieto.

Ya han pasado más de sesenta años desde que Victorino Pereda se alistase en la resistencia armada contra las tropas franquistas en Cáceres y fuera abatido en el municipio cacereño. El olvido oficial se contrarrestó con el vivo recuerdo de sus familiares que, lejos de desmoralizarse y compadecerse con las desgracias sufridas, han recabado año a año las fuerzas y el valor suficiente para enfrentarse a su doloroso y seguir la pista de El Ino hasta el paraje de su último descanso.

Esta larga y dificultosa búsqueda, dirigida por la hija, Beatriz Pereda, y su nieto, Angel Serrano, llegó hace unos días a su fin con la localización de la fosa del guerrillero. Y ayer, se inició la exhumación de los restos mortales del republicano, que corre a cargo de la Federación Estatal de Foros por la Memoria Histórica, que, con ella, comienza la primera recuperación extremeña de una sepultura franquista; pero no la última, pues del mismo modo se procederá al levantamiento de otro enterramiento en los días 28 y 29 de este mes en la pedanía de Retamosa de Cabañas.

Gracias a la actividad del Foro por la Memoria Histórica se recuperarán los cadáveres de Zoilo Martín Robledo, Leandro José Carrasco Alvarez y Cesáreo Villegas Rodríguez, tres vecinos de la localidad cacereña que fueron asesinados en el conocido "paseo".

"Han pasado más de sesenta años y los desaparecidos aún no descansan en paz. Siguen siendo fantasmas, historias que se susurran entre los allegados y se hablan en voz baja", apostilla, con dolor, Angel Serrano.