Cuando uno se somete a una operación, está preocupado, como en Valdelacalzada, y en silencio, como en Valdelacalzada. Y más si es a corazón parado, como en Valdelacalzada. Con este tipo de intervención puede compararse el paro que ayer vivió el municipio pacense, cuyo principal motor económico es la Sociedad Cooperativa Frutos Caval, que algunos vecinos no dudan en definir como el corazón del pueblo.

Es el caso de Antonio Fernández, vecino valviense que reparte su jubilación entre su localidad natal y Pamplona, donde ha pasado gran parte de su vida. Desde uno de los bancos de la plaza, fue testigo de la parálisis voluntaria que ayer experimentó el municipio entre las once de la mañana y la una de la tarde, en apoyo a los socios de Caval que esta semana han estado encerrados en las instalaciones de la cooperativa para solicitar información sobre su situación económica.

Asombrado por la quietud que se adueñó centro del municipio en una hora en principio bulliciosa, Antonio sí esperaba sin embargo que Valdelacalzada respondiera a la llamada de los cooperativistas en apuros. No en vano, no duda en comparar este negocio con el corazón del municipio; "y si falla, falla todo".

La metáfora es acertada si se tiene en cuenta que Caval no es un negocio (órgano) más, sino aquel que (como el corazón) impulsa al resto. Así lo reconoce, por ejemplo, Alfredo Paredes, uno de los socios de la empresa Ali Oli Construcciones, que ayer se concentró en la explanada de la cooperativa, junto con algunos de sus trabajadores, para apoyar la protesta de gran parte de los socios. "Sabemos que la cosa está difícil, pero aquí está peor todavía", asegura.