En pocas cuestiones existe un consenso global en el mundo árabe. Pero una de ellas es el rechazo categórico a la homosexualidad. Si ya es difícil observar en la calle gestos de afecto entre personas de diferente sexo porque se entiende como un atentado contra el pudor, las parejas homosexuales son vistas como herejes o enfermos mentales que requieren de una reparación psicológica. Eso sucede, por ejemplo, en Marruecos, donde debido a la presión social y al peso de la ley, que condena con cárcel la homosexualidad, los marroquís gais viven su sexualidad en la máxima clandestinidad.

Marruecos es una sociedad plural fuertemente marcada por los valores religiosos que chocan, según el i slam, con la homosexualidad de las parejas. Sin ir más lejos, Leila, de 29 años, licenciada en Filología Inglesa, se siente víctima de la demonización de la homosexualidad. "Me gustan las mujeres y estoy perfectamente. No puedo entender cómo muchas familias llevan a sus hijos a los psiquiatras para corregir un deseo natural sexual", declara. Pocas marroquís se atreven a desvelar su identidad sexual. Los que han osado cruzar la línea roja han acabado entre rejas.

Una pareja homosexual de Temara, ciudad a unos 10 minutos de Rabat, fue enviada a la cárcel por "atentar contra la moral pública" cuando se besaba dentro de un coche. Condenados por la ley y por la sociedad, Hamza, de 20 años, sufrió la agresión con cuchillo de un ciudadano cuando paseaba por la calle porque sospechaban de su tendencia sexual. Este tipo de agresiones se ejecutan impunemente y la justicia no interviene. Es la criminalización del gay.