Existe un crisol de fuentes estadística que cada mes o cada trimestre aportan datos sobre la situación del mercado inmobiliario dando lugar a un cruce de informaciones cuyos resultados pueden llegar a ser contradictorios. ¿Por qué? La explicación es sencilla: ni el origen de la información ni la periodicidad es el mismo. Es decir, la clave está en la fuente de la información. En el caso del Ministerio de Vivienda, sus datos proceden de la Asociación Profesional de Sociedades de Tasación (ATASA) y registra el precio de tasación (el que usan bancos y cajas como referencia para calcular el crédito hipotecario), que no tiene por qué coincidir con el precio final de venta. Por su parte, el INE recurre al Consejo General del Notariado, utilizando como base los datos de las escrituraciones, es decir, el precio al que oficialmente se cierra la transacción. En el caso de la Sociedad de Tasación, sus resultados proceden del análisis de los precios medios únicamente de las viviendas nuevas en las capitales de provincia, utilizando para ello un estudio de mercado propio. Y Tinsa, empresa líder en el sector de la tasación y participada por entidades financieras, realiza su informe en base a su actividad de tasación. Por último, los portales inmobiliarios suelen recurrir a datos propios elaborados a partir de los precios de salida que marcan los vendedores que se anuncian en sus webs --y por tanto, tampoco registran el precio final--.