Comentaba ayer el flamante hermano mayor, José María Blanco (lleva sólo dos meses en el cargo, pero más de 40 en la hermandad), que no es fácil destacar ninguno de los rincones del recorrido de la procesión de la Virgen de la Soledad, porque la ciudad se vuelca con su patrona. "Desde que se pone la Santísima Virgen en la calle el pueblo de Badajoz se manifiesta con ella de tal manera que no hay ningún lugar especial donde poder contemplar la imagen, porque se desplazan en masa desde todas las barriadas a ver a su patrona procesionar".

La Virgen salió ayer con el Amarrao a la Columna y el Ecce Homo, adornada con su diadema de oro y todas sus joyas, con palio y su mejor manto y volverá a hacerlo esta noche, pero vestida de luto tras la pérdida de su hijo, en la procesión del Silencio, apagado por el rezo del Rosario. Como novedad, al haber sido declarado por el Papa este año el Año de la Misericordia, la Soledad no saldrá hoy sola, sino que lo hará precedida por el Cristo de la Misericordia, un crucificado que desfilará de manera extraordinaria portado a los hombros por hermanos penitentes con su hábito.

Estaba previsto que la Soledad se recogiese anoche sobre las 00.30 de la noche, cuando se iniciaba la Madrugá. Poco más tarde, sobre la 1.30 de la mañana, se recogían en la iglesia de San Agustín el Cristo de la Caridad y la Virgen de la Aurora, la imagen más joven de cuantas desfilan en Badajoz. Para su hermano mayor, Vicente Carrasco, la salida es sin duda el momento más llamativo por la dificultad que entraña la altura de la puerta, que obliga a sacar el paso de palio sin zancos y los costaleros deben sentarse en los escalones sentados para bajarlo resbalándolo. Una vez abajo ya puede cogerlo la cuadrilla de costaleras.

En la Madrugá desfilaron el Santísimo Cristo de la Paz, procedente de la parroquia de San Roque y el Cristo del Amor y la Virgen de la Consolación, desde la iglesia de la Concepción.