Rusia tiene fama de tierra prohibida para los no heterosexuales. Desde el 2006, las organizaciones homosexuales rusas no han dejado de pedir permiso para manifestarse en Moscú, pero siempre reciben una respuesta negativa de las autoridades. "Ser gay en Rusia significa vivir como un espía. Hay que esconder tu verdadera personalidad, tus sentimientos, porque las amenazas son más que reales. Somos víctimas de acoso permanente y de odio por parte de la sociedad. Vivimos bajo la amenaza de ser descifrados en cualquier momento", confiesa Alexei, uno de los líderes del movimiento gay en Rusia.

Recientes encuestas muestran un creciente rechazo a los homosexuales por parte de la sociedad rusa. Un sondeo del centro Levada, realizado en 45 regiones, demuestra que el 66% de los rusos sienten repulsa hacia los gais y el 60% hacia las lesbianas. Solo el 1% dijo que les respetan. Según los sociólogos, lo que causa más rechazo en los rusos es precisamente el deseo de los homosexuales de propagar sus valores. Que hagan lo que quieran, que tengan sus organizaciones, pero no quieren saber nada de ellos, ni de los matrimonios gais, opina la mayor parte de la sociedad rusa, que ciertamente está poco acostumbrada a manifestaciones como las marchas de orgullo gay.

Solo el 27 de mayo de 1993, casi dos años y medio después de la caída de la Unión Soviética, fue abolido el artículo 121 del código penal de Rusia que sancionaba con cárcel las prácticas homosexuales. Además, no fue hasta 1999 cuando la homosexualidad dejó de considerarse una forma de enfermedad mental por la psiquiatría oficial.