Como el sol es la imagen por antonomasia del verano, si hay un símbolo del paisaje otoñal ese es las seta. Sin embargo el producto por excelencia de la temporada no está y a estas alturas tampoco se espera que llegue; a lo sumo, si cambian en algo las circunstancias, quizás un puñado de ejemplares permita a los amantes a la micología no cerrar una temporada completamente en blanco. «El problema es que en septiembre no ha llovido nada, lo que retrasó el inicio de la temporada y para colmo ya ha habido una semana de mucho frío y el frío vuelve de nuevo, lo que no es bueno», dice Ramón González Cerrato, presidente saliente de la Sociedad Extremeña de Micología que ya concluye que el año sera «malo, muy malo» en la región para las setas.

La combinación de ambiente seco y frío es letal, y es el que está dominando lo bosques extremeños este otoño (tras un verano que casi se coló en noviembre), salvo en algunos puntos en las zonas montañosas del norte de la región, con un ambiente más húmedo, y donde sí se pueden encontrar algunas setas. «Pero varias de las especies más buscadas y apetecibles, como amanitas y boletus, que deberían estar en pleno apogeo, apenas se ven en zonas muy concretas», dice. Y si no están ya es poco probable que salgan, «salvo que lo hagan de forma espontánea en algún punto» matiza.

Extremadura es una región rica en setas y en una buena temporada se pueden llegar a encontrar más de 180 variedades. Pero este año casi todas las que proliferan aquí están en riesgo. «Si se instala el frío no habrá nada que hacer, si no es así, se pueden salvar algunas especies, aunque muy pocas y siempre que llueva», dice Cerrato sobre lo que queda de temporada, aproximadamente hasta finales de diciembre. Entre ellas, los amantes de las setas cruzan los dedos por el níscalo otra de las especies de referencia, y una de las que mejor se adapta a los rigores del invierno.

La mejor campaña, en 2014

La de este año, además de una mala temporada se prevé una temporada atípica. También lo fue el año pasado y, aunque entonces se retrasó su inicio, la lluvia sosegada de octubre y noviembre y las temperaturas suaves alargaron la recogida de setas hasta finales de enero. Nada comparable a la campaña de 2014, una de las mejores.

Más allá de una actividad recreativa, la micología también es una actividad económica importante en algunas zonas de la región --en puntos como Moraleja, donde hay una factoría importante, en una buena temporada pueden llegar toneladas de piezas que requieren más de 200 personas para su clasificación--. Extremadura ha pasado en tres décadas de no mirar la seta a hacer de ella un producto de referencia, que alimenta además a un pequeño sector con empresas que se dedican a comercializarla, principalmente al exterior, y en los años buenos.

Pero junto a eso, la seta es un reclamo turístico y un elemento vital para la supervivencia de los bosques, porque hay setas, sobre todo las asociadas a los árboles, que generan con ellos una simbiosis por la que se transfieren los nutrientes que al otro le faltan y otras especies que tienen otro tipo de efectos beneficiosos. «El bosque siempre será más vivo si hay setas en él», concluye.

La sociedad micológica ha trabajado intensamente en difundir esta actividad pero ahora la presión es tan fuerte que se ha hecho necesaria una regulación que ponga límites y evite los saqueos a los bosques. De hecho la Junta trabaja en un decreto que verá la luz el próximo año (se prevé que entre en vigor en septiembre del 2017) y que requerirá una acreditación para recoger setas: acota en siete kilos diarios la recogida para los aficionados (de momento a los montes públicos, pero el objetivo es extenderlo a otros terrenos).

Como este año se prevé malo, no será un gran año turístico en el sector pero los anteriores han sido muy buenos, recuerdan los expertos. Y en esos años buenos «venían de otras regiones a recoger como profesionales grandes cantidades de setas», dice el responsable de la sociedad micológica. De ahí la necesidad de fijar límites que ellos comparten.

Y como haya o no setas, el otoño invita a pasear el campo y muchos aficionados y algunos neófitos se lanzarán en busca de algún ejemplar; para todos ellos, los expertos insisten en la premisa básica; ante la duda, no cogerla. Y como recomendación general: rodearse de gente conocedora, que sepa identificar las distintas especies y principalmente distinguir las que no son comestibles.